Todos los musulmanes del mundo deben formar un muro contra los americanos", clamaba en diciembre pasado el clérigo shií Moktada al Sadr (Bagdad, 1974), el mismo que estos días encabeza una escalada de ataques contra las fuerzas ocupantes. Cuando en junio del 2003 Al Sadr creó el ejército del Mehdi (mesías), pocos imaginaban que su capacidad de convocatoria (que es mucha, sobre todo con sus soflamas religiosas de los viernes en la mezquita de Kufa, cerca de Nayaf) llegaría a ser tan grande.

Hijo y nieto de mártires a manos de Sadam, el joven integrista Al Sadr ha heredado de su padre, el ayatolá Mohamed Sadeq al Sadr, asesinado en 1999, un concepto religioso jomeinista. Es decir, máxima implicación del clero en los asuntos políticos. Todo lo contrario que la rama shií quietista del líder religioso Alí al Sistani, que predica el espiritualismo de los clérigos. Pese a que Al Sadr declara de palabra su lealtad a Sistani, en la práctica está enfrentado a él. Incluso, hace un año, el asesinato del ayatolá Al Jui, hombre de confianza de Sistani, levantó sospechas en dirección a Al Sadr. Este considera al Consejo de Gobierno Iraquí "un juguete americano". No hay duda de que el iracundo fundamentalista es un problema. Y no menor.

ANGEL SANCHEZ