El titular de este artículo le puede resultar a cualquier ciudadano, sobre todo hoy, sorprendente o inverosímil, pero hace ya algunos años, cuando los que ahora peinamos canas llevábamos pantalón corto y de la mano del Naturalista Jesús Garzón se emprendía la aventura de luchar por la protección del valor ecológico de Monfragüe (en aquella época denominado Valle del Tajo ), las cosas eran bien distintas. Por entonces las competencias en materia de Medio Ambiente no estaban transferidas a las comunidades autónomas y el órgano encargado de esta materia era el ICONA (Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza), Francisco Ortuño era Jefe de Servicio de Parques y Reservas y a preguntas del periodista extremeño Juan de la Cruz Gutiérrez en el programa 19 Provincias que se emitía en Televisión Española declaró sobre el Valle del Tajo: "Se trata de una zona vulgar, como tantas otras de España".

XPARAx contextualizar mejor estas declaraciones hay que decir que se planeaba la construcción de una planta papelera en los aledaños de Navalmoral de la Mata y se estaban plantando eucaliptos en grandes extensiones de las fincas que hoy comprenden Monfragüe, para que sirvieran de materia prima a la industria papelera, deteriorando gravemente los ecosistemas de la zona. Con posterioridad se pudo saber que Ortuño era precisamente el presidente de Ibersilva, SA , empresa forestal dedicada a rentabilizar los eucaliptos (artículo publicado en este mismo diario con fecha 14 de febrero de 1993). Esta historia tiene final feliz con la declaración de este espacio, primero como Parque Natural y hoy como Parque Nacional, máxima figura de protección en nuestro país, pero por entonces quienes lo defendían eran tachados de hippies , que se oponían al desarrollo y al empleo en Extremadura.

Me he decidido a hacer esta breve reflexión porque quien olvida la historia esta condenado a repetirla , y me refiero ahora a la candente actualidad sobre la instalación o no de la refinería del Grupo Alfonso Gallardo. Según las últimas noticias, el propio Ministerio de Medio Ambiente cuestiona de forma soterrada si la localización es la más adecuada, preguntando por qué no se instala más cerca de la costa, evitando así la construcción del oleoducto. Yo no alcanzo a entender cómo después de tanto tiempo apostando por un desarrollo sostenible en Extremadura, se opta por una industria tan contaminante como ésta, cuando existe una evidencia clara: que nuestro sistema energético basado en los hidrocarburos tiene los años contados, por las consecuencias sobre el efecto invernadero y, por tanto, sobre el calentamiento global del planeta. Esperemos que esta segunda historia también tenga un final feliz y no estemos lamentando dentro de unos años los efectos de la lluvia ácida sobre los viñedos y olivares del sur de Extremadura y sea tarde para pensar si valió la pena.

*Informático