WMw uerto Sadam, seguirá la rabia. El extendido aforismo según el cual cuando se muere el perro se acaba la rabia no es aplicable en casi ningún caso. Y desde luego no lo es cuando se habla de la condena a muerte del expresidente de Irak Sadam Husein. La decisión del Tribunal de Apelación iraquí de ejecutar al dictador no soluciona ningún problema para la población de aquel país y, por el contrario, agrava todos los demás.

De entrada, la pena de muerte es un castigo ética y moralmente inaceptable, por más que haya países --entre ellos los teóricamente muy civilizados Estados Unidos o Japón-- que para imponer la ley aplican esa fórmula bárbara, más cercana a la venganza que a la justicia. La horca, como en este caso, la silla eléctrica o el fusilamiento son métodos despreciables siempre y en toda circunstancia. También cuando el condenado es alguien tan sanguinario y posiblemente tan culpable como Sadam, un verdadero azote para la humanidad, responsable de miles de muertes.

Pero, además, existe la profunda sensación de que el tirano iraquí ha sido juzgado sin las suficientes garantías y sin la más mínima pretensión de que se imparta justicia, como lo demuestra el hecho de que puede ser ejecutado en muy breve plazo (se habla, incluso, de horas), cuando aún no han sido vistos los procesos por las peores atrocidades cometidas durante su mandato. ¿Qué justicia le cabe esperar ya a las miles de víctimas de Sadam si va a ser ejecutado sin la posibilidad de que responda por esos crímenes en nuevos juicios?

Su ejecución, por otra parte, aporta nuevos nubarrones a la ya de por sí dramática situación en Irak. Es poco probable que el ajusticiamiento de Sadam convierta a este sátrapa en un mártir. Solo los muy allegados a su régimen pueden sentir tal impulso. Pero en el revuelto panorama de Irak, donde están latentes los enfrentamientos sectarios entre chiís y sunís, y con un Gobierno débil enredado en tensiones internas de carácter étnico, el ahorcamiento del exjefe del Estado puede desatar más violencia. Y es muy probable que la aplicación de la pena capital será utilizada por los sectores más fanáticos del islamismo para exacerbar el odio.a los norteamericanos por extensión, a los países occidentales dentro del siniestro desafío del terrorismo internacional a las democracias.

La noticia de que Sadam puede ser ejecutado en el plazo de menos de un mes saltó el martes, precisamente el mismo día en que las autoridades norteamericanas admitieron que el número de muertos en el conflicto de Irak supera ya al de quienes perdieron la vida por los ataques terroristas ocurridos en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001.

Estamos, en cualquier caso, ante otra cara dramática de la misma moneda: un conflicto que permanece empantanado y en el que la violencia y el odio se han convertido en una espiral que, al parecer, nadie puede parar.