A veces los navegadores de los coches nos juegan malas pasadas. Y no solo a conductores despistados como yo sino a los expertos. Es lo que me sucedió la semana pasada camino del castillo de Piedrabuena, en San Vicente de Alcántara, cuando iba a la entrega de los Premios Espiga de Vinos. El navegador me llevó por un camino rural que imagino que en tiempos llevaría directamente al castillo. Sin embargo la maleza se hacía cada vez más grande, el terreno más pedregoso, hasta que llegó un momento en el que el coche no podía avanzar, ni aunque fuera un todoterreno. Yo me di la vuelta y cuando ya retornaba a la carretera me encontré de frente a un vehículo de la Guardia Civil.

--Buenos días, agentes. Voy al castillo de Piedrabuena, pero el camino está cegado.

--Buenos días, pues nosotros también y el navegador nos manda también por aquí. Si usted dice que no se puede seguir pues será verdad. Así que síganos y le indicaremos el camino correcto porque hay una entrada más adelante.

La verdad es que en algunas ocasiones se asocia a la Guardia Civil con experiencias negativas, pero en este caso fue un alivio y una suerte encontrarlos. Hicieron honor a su carácter de servicio al ciudadano. También fue una experiencia agradable conocer ese castillo de la familia Sánchez Llorente, muy bien conservado y con unos jardines extremadamente cuidados.

Preservar un patrimonio tan grande e histórico no es moco de pavo y sin duda dará muchos quebraderos de cabeza a sus propietarios.

El castillo fue de una gran importancia para la Orden de Alcántara y cabeza de su encomienda desde el siglo XIII. Eran la primera defensa frente a Portugal junto con los castillos de Alburquerque, Mayorga y Azagala. Lo cierto es que bien distinta es la situación del convento de San Francisco de Garrovillas de Alconétar, también de propiedad privada, pero abandonado a su suerte y siempre en una lista roja de patrimonio en peligro de extinción. Refrán: Después de perdido el barco, todos son pilotos.