La Dirección Provincial de Educación de Cáceres, haciendo suya una consigna corporativa sin resquicios, nos hace responsables de la marginación a la que condenamos a nuestros hijos cuando a los tres años les escolarizamos en una escuela pública y, creyendo ilusos vivir en la España constitucional en el siglo XXI, pretendemos que no reciban enseñanza religiosa.

Desde la Constitución a la última LOE, toda administración educativa, incluida la cacereña, está obligada a garantizar la enseñanza no confesional en las escuelas públicas, como está obligada a garantizar a todas las familias del alumnado la enseñanza religiosa, elegida libremente y por escrito.

La legislación vigente especifica claramente cómo y cuándo podemos elegir para nuestros hijos enseñanza religiosa, qué profesorado es responsable de impartir cada opción en horario simultáneo, en qué espacios escolares, qué actividades no confesionales alternativas a Religión deben impartirse en cada nivel escolar y cuáles no, sea cual sea el número de alumnos que no vaya a Religión en cada grupo.

Mientras todo el alumnado esté en Religión, maestros y maestras responsables de las actividades no confesionales seguirán haciendo dejación de esta responsabilidad docente, que nunca han asumido ni están dispuestos a asumir antes de jubilarse.

Por eso, intransigentes, dictan la unanimidad incluso a sus compañeros de claustro, y temen más que a una depresión que se rompa, ni siquiera a favor de una mayoría católica libre a la que se llegará en cuanto hagan sus deberes, como los hacen tantas maestras y maestros en escuelas de España, incluso algunos en Cáceres, en pleno siglo XXI. Como los han hecho los padres valientes del colegio público Francisco de Aldana.

Mi más sincero apoyo a José y Yolanda en su iniciativa ante el Defensor del Pueblo, en nombre del colectivo de padres y madres del alumnado inexistente para la dirección provincial, en nombre de aquellos a los que cada curso nos cuentan que somos los únicos en todo Cáceres que, intransigentes, nos empeñamos en que nuestros hijos no lleven la cruz de la unanimidad católica obligatoria: No sois los únicos.

Juan A. Gómez de Agüero **

Cáceres