Hace hoy 75 años de la suspensión de las prerrogativas regias por parte de Alfonso XIII . Repito, suspensión, que no renuncia, puesto que el Monarca conservó los derechos de los que era depositario hasta el 5 de febrero de 1941, momento en que renunció en su hijo Juan III , que sería titular de los mismos hasta que los cedió el 14 de mayo de 1977 al actual Rey. Dijo Alfonso XIII que dejaba a España como señora de sus destinos y así fue y sus consecuencias son de sobra conocidas. Alfonso XIII fue un incomprendido gran Rey rodeado de políticos mediocres y traidores que no dudaron en vender sus principios para conseguir nuevas parcelas de poder.

Hoy en día se está llevando a cabo una campaña de idealización de lo que fue la República, en la que algunos dan la cara y otros (muchos cargos públicos que han jurado o prometido guardar la Constitución y lealtad al Rey) no salen a la luz, pero confiesan --privadamente-- sus simpatías republicanas. En esta campaña se pretende confundir a la ciudadanía asimilando república con democracia, cuando lo cierto y verdad es que una Monarquía puede ser tanto o más democrática que una república. Es innegable que existen intereses ocultos en la modificación de la sucesión a la Corona dentro de la Constitución, y que, tal circunstancia será utilizada --por algunos sectores ávidos de poder-- como un intento de plebiscito sobre la Monarquía, que, al fin y al cabo, garantiza la independencia de la Jefatura del Estado del juego político, el cual necesita una urgente y radical regeneración a todos los niveles. La Monarquía ha estado, secularmente, al servicio de España, y a ella se ha entregado, ajena a intereses tendenciosos o partidistas.

El actual régimen democrático del que gozamos proviene de la clara y firme voluntad del Rey, quien, desde los comienzos de su reinado, quiso serlo de todos los españoles, sentando las bases para crear un marco pacífico de convivencia y tolerancia, bajo el imperio de la ley. No podemos olvidar el esfuerzo denodado de la Corona durante la Transición y el lugar de prestigio que ocupa en el mundo. En lugar de mirar a pasados idealizados, luchemos por sacar adelante lo que tenemos. Recordemos que las banderas republicanas (anticonstitucionales, por cierto), pueden hoy ondearse gracias a la libertad que emana del sistema de la Monarquía parlamentaria, que encarna la unidad y la permanencia de la nación y garantiza, a través del poder arbitral la libertad, la igualdad y la justicia que elegimos voluntariamente en 1978.

*Historiador