Como se preveía, para qué engañarse, la respuesta del Gobierno central a la declaración de interés general para los posibles regadíos en Tierra de Barros ha sido negativa. Son quince mil hectáreas en una de las zonas más fértiles de la región, modelo junto a las Vegas del Guadiana y las del Alagón del aprovechamiento agroalimentario de Extremadura que al fin y al cabo debería ser nuestra seña de identidad, y forma de vivir, junto a las energías renovables o el turismo de calidad dentro y fuera de temporada.

La ministra Tejerina ha respondido al requerimiento de la Junta con una carta que desazona por un lado, el del bofetón, y por otro hace pensar en argumentos que como alfombra le están poniendo al Partido Socialista en el camino para renovar la victoria en las elecciones autonómicas.

Deja de llover sobre secano, eso de caer sobre mojado era antes del cambio climático. Ferrocarril, plan de empleo, cava, fruta de hueso y dulce, ahora regadíos. Como vean, nada de embajadas, lenguas, o identidades, solo cosas para producir y comer. Y sin que nos descuelguen desde fuera el cartel de indolentes, vaguetes, faltos de iniciativa y labor, pedigüeños, amantes de la siesta, la fiesta; pasivos y de poco espíritu.

SI QUEREMOS un ferrocarril que nos una simplemente como a los demás, ni más ni menos, desde Madrid, en instancias de Renfe, les dicen por lo privado a los de aquí que qué mas queremos, si somos cuatro gatos, que bastante tenemos ya. Cuando ellos tienen que venir a alguna reunión se dan cuenta de que no pueden ir y venir en el día, hacer negocios, cumplir con el trabajo, durante cinco horas, y regresar a dormir a casa.

Una vez, ha llovido pero últimamente no, un rey vino por aquí y dijo que España tenía una deuda con Extremadura y ya era hora de que empezara a pagarla. Más parece, a veces, que lo que tenemos que pagar es una pena, cumplir una condena por no sé qué. Si la rica Cataluña ve que el cava extremeño, y de otras comunidades, le hace pupa, pues nada, a frenar ese desarrollo no sea que nos quiten cuota a base de competir en la relación calidad-precio-servicio.

Sí, érase una vez un rey que con motivo de esas conclusiones, y a petición de la Junta, hizo unas cuantas llamadas y propició una mesa de grandes empresarios españoles para promover inversiones en la región. Vinieron algunas pequeñas inversiones pero aquello se difuminó. Grandes apellidos, grandes fortunas, hechas de mil maneras, acabaron teniendo en la boca la palabra Extremadura para lo de antes, tengo una finca de caza en…

El pseudoliberalismo de algunos catalanes, algunos, eh, nunca hay que generalizar, termina en el momento en que alguien hace algo mejor que ellos. Y la justicia distributiva de ‘Madrit’ en el instante en que les recuerdan los votos en el pleno del Congreso de los Diputados, o los intereses de las grandes empresas españolas.

No producimos porque no queremos. Pero cuando queremos producir, con todos nuestros defectos, se arquean las cejas, se estima la capacidad productiva de 15.000 hectáreas plenas de sol y con riegos eficientes, y quizá alguien cercano dice que ni agua. Hay tierra, hay saber hacer, hay ganas de trabajar, hay sol, existe un pantano de Alange, deseos de incorporar nuevas técnicas de riego…, pero la respuesta balbuceante es un bueno, de esa manera, a ver si, y finalmente no.

Mientras tanto hay sonido de roces de puñetas por Cáceres. Esas mangas negriblancas se mueven agitadas porque del Jerte vienen aguas turbulentas, donde unas personas nadan como pueden mientras otras ni se mojan pese a estar en los mismos actos, y en el mismo lugar, aunque después de determinada fecha. ¿Veremos un juicio antes de las elecciones autonómicas y municipales? Ay esos calendarios. Presupuestarios, de primarias, judiciales, electorales, pronto el torbellino empezará a nublar las cosas.