Ww lgo no va bien en la cadena que relaciona la enseñanza --universitaria o de formación profesional--, el mercado laboral y la remuneración por el trabajo cuando la mayoría de los jóvenes españoles, a igual de sueldo y estabilidad laboral, prefieren trabajar para la Administración antes que para una empresa privada. Así se deduce de una encuesta del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, hecha entre 3.000 personas menores de 30 años de toda España. La estructura socioeconómica no debe de estar bien ajustada si el potencial humano de este país centra sus ilusiones en los organismos públicos. Que los ciudadanos antepongan la seguridad de un sueldo entre medio y bajo, salvo el de funcionarios de escalas superiores, a cualquier otra posibilidad es un indicador de la precariedad de una gran parte de los empleos del sector privado.

Entre los motivos de esa preferencia se encuentran el desánimo que causan los contratos temporales y la creencia de que la tarea de un funcionario es más fácil. Paradójicamente, sin embargo, un contrato fijo no supone hoy en día garantía alguna de estabilidad. El estudio refleja también la división entre los trabajadores nacionales, propensos a rechazar según qué condiciones, sobre todo si aún viven con sus padres, y los inmigrantes, que muestran una mayor flexibilidad. Otra evidencia de la situación del mercado laboral español es que la mujer es más sacrificada y suele aceptar ocupaciones más duras y peor pagadas. En cualquier caso, es triste imaginar un país de funcionarios. Aunque, en el fondo, es consecuencia del desajuste evidente entre las necesidades del trabajador y la remuneración que se le ofrece.