Ignacio Camacho replicaba ayer en Abc a quien quiera someter a un "manoseo partidista" las palabras del Rey, y apuntaba que el Monarca "está imperativamente obligado a callar su opinión sobre los acontecimientos políticos, a asumir como propias las decisiones del Gobierno y a medir el alcance de sus declaraciones oficiales". Camacho reconoce que "la hegemonía política del gabinete de José María Aznar (...) ha provocado la recurrente apelación a la Monarquía de quienes se sienten desoídos en sus aspiraciones políticas", a lo que Juan Carlos I ha tenido que responder "con pies de plomo". Pero añade que, además, el debate sobre la Constitución constitucional "ha empezado a afectar a los cimientos del propio régimen monárquico", ya que junto a la posible reforma de la sucesión a la Corona se podría querer colar la modificación del artículo que define la inviolabilidad y no responsabilidad penal de la figura del Rey, "una auténtica mina explosiva camuflada bajo la apariencia inocua de la democratización de la Corona".

El director de Abc , José Antonio Zarzalejos, va más allá: se lamenta de que "los ataques que recibe --la Corona--, basados siempre en suposiciones, deducciones o intuiciones maledicentes, son cada vez más broncos y con peor intención", y se pregunta si esto forma parte de "un plan de más alcance" en manos de "inexpertos, de frívolos o, acaso, de valedores de un cambio de régimen en cuyos cálculos se introducen más variables de las que confiesan".

Como con los discursos del Rey. A leer entre líneas.