WEw l parto del plan de urbanismo de Cáceres está resultando tan complicado como se preveía. Tras ser aprobado por el ayuntamiento, se encuentra en manos de la Junta, que tiene que aprobarlo definitivamente, o no. Por encima del contenido, no hay que perder de vista el cambio de color político en el sillón de la plaza Mayor cacereña. El Plan General Municipal (PGM) de Cáceres recibió luz verde con los votos del entonces equipo de gobierno del PP y de Felipe Vela. El PSOE nunca terminó de ver claros muchos de los preceptos del plan y es ahora quien tiene totalmente en su mano el diseño final del plan por cuanto gobierna en Cáceres y en Mérida. Hay que destacar, en primer lugar, la actitud colaboracionista que ha adoptado en este asunto --de vital importancia para el desarrollo de la capital cacereña-- el nuevo responsable regional de Fomento, José Luis Quintana, y su equipo. Están siendo críticos con el PGM pero dentro de unos cauces de responsabilidad que conduzcan a la aprobación del plan. El principal punto de debate sigue siendo la planificación que aparece en el plan a unos 50 años vista: una ciudad de 282.000 a 325.000 habitantes, con 60.000 nuevas viviendas. Con toda lógica, la Junta ha solicitado al ayuntamiento informes que justifiquen estas desmesuradas cifras puestas encima de la mesa por el equipo redactor del plan. El director general de Urbanismo, Francisco Javier Gaspar, tiene toda la razón cuando asegura que lo lógico es que el horizonte que se marque sea de solo unos 15 años; más allá todo parece ciencia ficción.