WLwa Comisión Europea y Marruecos alcanzaron ayer un acuerdo que permitirá que parte de la flota pesquera española pueda volver a faenar en las aguas marítimas que administra el reino alauí. El convenio no nos coloca en la situación anterior, entre otras cosas porque resultaría imposible: los caladeros ya no están en las mismas condiciones, el país norteafricano ha cambiado y las relaciones con Rabat tampoco lo permitirían.

Aunque sea arriesgado aventurarlo, es difícil concebir que el pacto de ayer hubiera podido firmarse de haber seguido el PP en el Gobierno. Baste recordar los graves incidentes del islote de Perejil. El acuerdo lo firma Bruselas, y son las arcas comunitarias las que sufragan los 144 millones de euros que cuesta, pero en realidad España es la protagonista, seguida de Portugal. De los casi 140 buques que podrán pescar durante los cuatro años de vigencia del tratado --antes eran 500--, un centenar están anclados en puertos andaluces, canarios y gallegos. Los seis años sin acuerdo han supuesto una dura reconversión para el sector español y para el propio país, primer consumidor de pescado fresco de Europa. El acuerdo alcanzado es positivo para Marruecos y a España simplemente le interesa.