TEts cierto que en nuestra sociedad actual el papel que juegan los creadores no se ajusta la mayoría de las veces a lo que los ciudadanos necesitan o exigen. En ello estoy de acuerdo con las palabras del presidente de la Junta en el acto de entrega de los Premios Extremadura a la Creación. Las obras literarias, las musicales o las audiovisuales, están sometidas a las leyes del mercado y su existencia o razón de ser se mide por número de ejemplares vendidos, asistencia de espectadores o discos de oro y platino obtenidos. Todos sabemos que no es lo mejor lo más vendido, y que las necesidades de los ciudadanos, incluso las espirituales, se alimentan o se engendran con publicidad, consumo y grandes rebajas. Pensar que hoy día el estreno de una obra de teatro pudiera hacer caer a un gobierno, sería de locos, aunque hubo un tiempo en el que esto sucedía.

Sin embargo, no todo apunta hacia el pesimismo. Creadores como M. Moore con su documental Fahrenheit , o Amenábar con Mar adentro , pensadores como N. Chomsky analizando lúcidamente las claves de este comienzo de siglo, dramaturgos como David Hare o nuestro joven David Desola , y, sobre todo, gentes que acuden en masa a recitales, proyecciones, conferencias y encuentros en los que se analizan estas claves, permiten vislumbrar un horizonte algo más claro. Es verdad que un autor con su obra no puede mover un grano de arena pero un autor, su obra y, especialmente quienes la reciban si no hay obstáculos para que la reciban, pueden derribar barreras, mover conciencias o despertar a quien duerme. Creadores y artistas concibieron aquella frase que para alguien sonaba a blasfemia y que movió tanto y a tantos: "¡No a la guerra!".

*Dramaturgo y director del Consorcio López de Ayala