El presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, andaba como con jersey prestado, sin acabar de acomodarse a costuras ajenas. El pacto presupuestario alcanzado con el PP en los dos años anteriores le había dado cierta estabilidad a la región, pero a él y a los suyos les incomodaba. ¿Enemigos íntimos pactando cuentas? ¿Quién gobierna aquí, la derecha o la izquierda? Pero no había alternativa. Podemos estaba cerrado en banda al PSOE. Los seis diputados morados les habían dado el visto bueno a la investidura al inicio de la legislatura pero, desde entonces para acá, oposición pura y dura; como si fueran el PP, ni agua. De ahí que al mínimo interés mostrado por el líder de la formación, Álvaro Jaén, de negociar los presupuestos allá por el mes de julio lo aplaudieran y, por contra, los populares vaticinaran el desastre. Finalmente, tras seis meses de conversaciones, esta semana se ha materializado el acuerdo en la Asamblea. El PSOE tiene cuentas para 2018 porque Podemos se ha abstenido (al igual que Ciudadanos que no cuenta porque solo tiene un diputado), y Vara puede presumir de haber sido capaz de pactar dos presupuestos con el PP y un tercero con Podemos. Doble salto mortal para la derecha y ahora para la izquierda, para finalmente quedarse de pie.

¿Qué ha pasado aquí? ¿Quién ha cambiado? Principalmente, los tiempos. La legislatura avanza y la formación morada iba camino de la insignificancia, sin rascar bola en cuatro años. De repente, parece haber asumido su posición dominante de actor político con voz y voto en el Parlamento y ha preferido adoptar esta posición en lugar de que la asuma por dejación el PP, partido claramente de oposición que, por la actitud contraria suya, había adquirido un peso específico importante, siendo interlocutor preferente del Ejecutivo casi todo el tiempo transcurrido.

Luego están las personas. Hay quien dice con razón que en política los pactos o los acuerdos no los fraguan las siglas, sino la gente que se sienta a la mesa. En este caso, a diferencia de anteriores ocasiones, en Podemos ha asumido el protagonismo la diputada Jara Romero, con quien ha sido posible el entendimiento de la vicepresidenta socialista Pilar Blanco-Morales. Con Álvaro Jaén fue imposible los dos años anteriores, la desconfianza de éste ante un gobierno del PSOE le impedía avanzar si quiera unas líneas en el acuerdo. Esta vez ha llegado a la mesa cuando todo el camino estaba ya andado y el rédito logrado por sus interlocutores le ha parecido suficiente.

En los próximos meses va a cambiar el ambiente político regional. Ahora que parecen haberse colocado las fichas cara a las elecciones de dentro de año y medio, todo va a cambiar por mucho que el PSOE o Podemos digan que el acuerdo entre ambas formaciones se ciñe meramente a lo presupuestario. Nadie sabe la evolución que van a tener las diferentes fuerzas políticas de aquí a entonces, con un Ciudadanos ahora residual en Extremadura pero con un claro ascenso en las encuestas tras las elecciones en Cataluña y un Podemos a la baja si no despiertan y aciertan sus líderes nacionales.

El caso es que el PSOE extremeño ha nombrado un nuevo interlocutor y parece que le durará hasta el final de la legislatura si no es torpe y Ciudadanos, de momento, se ha metido en el mismo autobús, lo que se trasluce en dejar al PP en la sombra, una posición que bien mirado tampoco le viene del todo mal.

A Monago y a los suyos pactar con el PSOE le ha dado un cierto sesgo responsable a la hora de asumir un protagonismo por dejación de Podemos. El PP se ha presentado en clave salvadora, para apoyar a Extremadura y propiciar que no se quedara sin presupuestos. Sin embargo, un amplio sector del partido no veía con buenos ojos este compadreo y tampoco encontraba el momento de salirse de la mesa sin quedar como un irresponsable. El cambio de posición de Podemos le ha venido así a las mil maravillas, se va al lugar que le corresponde y jalea a las posiciones más moderadas y conservadoras del electorado que el PSOE se ha radicalizado pactando con los populistas y antisistema.

Veremos cómo transcurre el acontecer de los meses y cómo se mueven las fichas también en clave nacional. No ha que olvidar que a Extremadura, aunque más tarde, todo llega y es el espejo de la realidad de España. Vara y Monago tienen que mover su coctelera más fuerte de lo normal y quizás sean demasiados los ingredientes a mezclar de aquí a junio del 2019. ¿No les parece?