Cuando Podemos dejó de ser en el imaginario colectivo un movimiento social contestatario heredado del 15-M, para pasar a ser un partido político más, toda su estrategia debería haber cambiado, y ese cambio debería haber estado preparado de antemano. O bien sus responsables no supieron preparar ese cambio, o bien no eran conscientes de la necesidad de ese cambio, o bien no han sido capaces de ejecutarlo. Ya dije entonces --y está escrito-- que si no variaban de estrategia, emergería un partido político de su mismo perfil pero en el otro lado del arco ideológico, y mucho voto se iría hacia allí. Eso ha ocurrido y ese partido se llama Ciudadanos. ¿Por qué? Sencillo, en mi opinión, aplicando el sentido común. Hay dos hechos de Podemos que todos los estudios demoscópicos confirman, y ahí se encuentra gran parte de la explicación.

El primero es que es un partido percibido por la mayoría de los encuestados como de extrema izquierda y, a pesar de que los encuestados no se ubican mayoritariamente en ese espacio, estarían en principio dispuestos a votarles. Es decir, que tienen una parte del voto ideológicamente "prestado". El segundo hecho objetivo es que un porcentaje importante de la intención de voto de Podemos proviene de la indignación popular ante la corrupción y la cerrazón del sistema a los cambios necesarios. Ninguno de los partidos clásicos podía canalizar esa indignación porque todos ellos, sin excepción y cada uno por razones diferentes, son considerados responsables de la situación. Luego, si Podemos tiene una parte importante de su voto "prestado" y mucha gente está dispuesta a votarle solo por indignación, parece claro que justo de ahí proviene el "préstamo": de la ciudadanía enfadada que no tenía otras vías para canalizar el enfado.

Es decir, que si aparecía otra opción con las mismas características de Podemos, o muy semejantes, en la parte contraria del arco ideológico, era evidente que se llevaría todo ese voto "prestado", o gran parte. Es fácil decirlo ahora, pero no lo era tanto en junio de 2014, cuando lo escribí. Así, Podemos se ha equivocado completamente con su estrategia de apelación a la unidad popular en torno a un proyecto aparentemente inclusivo que en realidad es hegemónico (y, por tanto, excluyente), y con su calculada ambigüedad ideológica que muy bien la ciudadanía ha sabido desenmascarar (la mayoría les sitúa acertadamente en la extrema izquierda). Y esa equivocación les ha llevado a un terreno muy diferente al que pretendían, casi antagónico. En vez de pelear por la hegemonía social mediante la destrucción de IU y el rapto del electorado del PSOE, ahora se sitúan en la lucha por los votos que quedan al margen de la política clásica, es decir, los que se disputan Podemos y Ciudadanos.

Dicho de otra forma, su estrategia les ha llevado a dividir por dos su intención de voto (en favor de Ciudadanos) en vez de multiplicarla por dos (a costa del PSOE). Esto lo confirma no solo el vertiginoso ascenso del partido de Albert Rivera y el estancamiento/descenso de Podemos, sino también la ligera recuperación del PSOE.

TAL COMO he escrito en algunos artículos durante el último año, ahora hay que estar muy atentos a todos los movimientos, incluso los más aparentemente imperceptibles, porque pueden provenir de cambios importantes en las placas tectónicas de la política española. Por tanto, yo no daría por cerrada, ni mucho menos, la actual fase que podríamos denominar de "reasignación de fuerzas". Es verdad que la batalla crucial que libraba Podemos con el PSOE la ha pasado a librar con Ciudadanos, algo cualitativamente muy relevante. Pero eso no quiere decir que vaya a seguir siendo así hasta noviembre.

¿Por qué? Porque Podemos tiene algún margen de rectificación estratégica (aunque no mucho); porque Ciudadanos es ahora el partido que está sometido a mayor escrutinio y eso significa un desgaste cuyas consecuencias no son fáciles de predecir; y porque sigue siendo esencial la estrategia de recuperación del resto de fuerzas, sobre todo del PSOE. Si el PSOE no se actualiza con rapidez, seriedad y convicción a las exigencias que la sociedad ve mejor cumplidas por Podemos y Ciudadanos, no solo no seguirá recuperándose sino que podría recaer.

Dicho todo esto, creo que la actual situación política comienza a ser mucho más positiva que la de los últimos años: dos partidos mayoritarios que ven perder su poder y deben reinventarse para recuperarlo, y dos partidos nuevos que perciben con claridad que no solo por ser nuevos podrán ser hegemónicos. La política con mayúsculas, la de los consensos, como telón de fondo. Ahora sí, vamos bien.