Opinamos con facilidad sobre la dureza, frialdad e insensibilidad del corazón de gran parte de las personas que habitan el mundo de la política. Sus palabras y sus decisiones lo propician. Juzgamos lo que hacen sin saber cómo son ni cómo es el corazón que tienen en su interior. Pasado el tiempo, un hecho nos puede dar la luz necesaria para conocer realmente cómo son, entender sus decisiones y ver cómo han tenido que convivir con sus consecuencias. Carme Chacón ha sido durante años un corazón vital de la política socialista. Con su corazón invertido trabajó para poner boca abajo tendencias históricas y desigualdades feministas. Se sintió española y catalana; política y ciudadana; vencedora y vencida. Dolida con sus últimos destinos políticos, luchó siempre contra el abatimiento y el abandono del camino en el que siempre había creído. Al conocer su repentina muerte, muchos corazones se han quedado helados. Con el paro de su corazón se han resentido los latidos del corazón de la política. Compañeros de su entorno político y rivales dentro del mundo de la política ya la están echando de menos. También los que le dieron la espalda; los que ignoran que el mundo de la política tiene sentimientos y, por supuesto, corazón. También los que a sabiendas, los ignoran igualmente. A todos ellos, ruego que tengan bien presentes tanto corazón como sentimientos, los cuiden y los utilicen con más frecuencia. Quizá así todos latiremos mejor.