Escritor

Las más divertidas son las de jabón. Era uno de los divertimentos de después de la guerra. Otro era pedir que te hicieran aros con el cigarro. Después ya adolescente, tú hacías lo mismo delante de las niñas, que se horrorizaban porque te ibas a condenar por hacerlos. Hoy son ellas las que los hacen. Aznar también hace pompas, pero fúnebres, poéticas. Aznar es un vicioso de la lectura y de la poesía, que no ha tenido más remedio que recalar en esa dársena, en vista de lo mal que le va todo. La poesía es un lenitivo para él, y todos sus consejeros se lanzan al vacío de la poesía. Hay vida dice Aznar. La hubo antes y la hay ahora, repite. Estoy convencido que es una de sus frases favoritas. Otras veces dice, espero y deseo, con la voz atiplada, para a renglón seguido lanzar carcajadas. Cuando llegó también se reía. Es un misterio la risa de Aznar. La guerra ha medio terminado y él se muere de risa. La ministra de Exteriores, mientras, parece enseñar su casita de muñecas. Aquí es donde planchamos; aquí es donde duermen los niños. Están contentos. Trillo muy orgulloso. Martín Tamayo ni te cuento después de lanzarle un obús a Inocente Mayoral con efecto colateral.

Releo discursos del pasado. La derecha siempre tan dispuesta a la poesía y al gesto. Utrera Molina, el suegro de Gallardón decía: "queremos una España alegre y minifaldera". Nunca dijeron nada de Irak. Quién le iba a decir a Franco que iríamos a una guerra, para después decir que vamos en plan humanitario. Primero matamos con ayuda de marines, a un cámara, y después nos ponemos morrongos. Así el espectáculo de Bagdad. Insólito.

Hubo un tal Fernández Miranda que cuando no lo hicieron presidente del Gobierno también soltó, frases misteriosas. Aznar dice que las islas no están solas. Fernández Miranda hablaba de cuando bajan las nubes misteriosas de los altos de los picos, no sé si de Urbión.

Por cierto las listas de aquí son finas. Parecen hechas a imagen y semejanza del caos.