TYt si es de un abuelo mejor, que lo de las tías lejanas en América ya está muy visto. Al parecer la "sorpresa" de la sorpresa veraniega, el reconocimiento de herencias en paraísos fiscales por parte de Jordi Puyol, es comprobar que ésta es solo una cortina de humo, la punta del iceberg de unas presuntas irregularidades que pese a quien pese, y en caso de ser ciertas, no deberían limitarse a solo unas personas con apellido famoso. Si como dicen algunos, se llegaron a pagar hasta 8 millones de euros por no hacer nada, el culpable no es solo el receptor, pues nadie da duros a pesetas, culpables deben ser muchos, todos aquellos que han permitido por devoción, vocación, por activa, por pasiva u omisión, semejante tropelía. La atribución y el perdón público por no declarar dicha herencia respondería según algunas fuentes al intento desesperado de un padre por asumir los pecados de aquellos que les son más queridos, la justicia será quién nos saque de la incógnita, pero mientras eso ocurra, la verdadera sorpresa es comprobar como algunas instituciones, compañeros de partido, incluso algunos partidos, intentan simplificar un presunto delito fiscal, que según dicen, podría llegar a 60 millones de euros, a una cuestión personal o familiar, del que nadie quiere saber nada y además no le interesa. Pues disculpe que le diga, si fuera un votante de su partido querría una explicación, si fuera un ciudadano al que le han cerrado un hospital, querría una explicación, si me hubiera recortado servicios sociales, querría una explicación, si me hubieran subido los impuestos, recortado la paga, desahuciado... querría una explicación, y esa explicación no puede ni debe ser "no me interesa", querría saber quién, dónde, cómo y cuándo, y si mi gobierno o desgobierno ha tenido algo que ver. La necesidad de saber el origen de ese supuesto capital, responsables y "beneficiarios" directos e indirectos sí debiera ser una exigencia política y no abrir diálogos secesionistas para justificar la pésima gestión de una comunidad autónoma, que ahora más que nunca está entredicho.