El Premio Antonio Asensio de Periodismo que recogió la pasada noche del lunes en Madrid Enrique Santos en representación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) sirvió para subrayar la labor en condiciones adversas que llevan a cabo editores y periodistas en muchos países latinoamericanos. Al decidir la concesión del premio a la SIP, el jurado estimó especialmente relevante la defensa que ha hecho de la libertad de expresión ante la presión de los narcotraficantes y de otras mafias que quieren silenciar a la prensa comprometida en denunciar al crimen organizado.

Después de siete ediciones, el Premio Antonio Asensio se ha consolidado como una referencia. En esta edición, además, las circunstancias muy particulares que se dan en el mercado latinoamericano, las condiciones restrictivas impuestas a los medios en algunos países y el riesgo que corren los informadores confieren una relevancia especial al galardón.

Frente a las campañas de desprestigio que algunos gobiernos --Argentina, Venezuela y Ecuador, entre otros-- han puesto en marcha contra la prensa independiente, los premios que llevan el nombre del fundador del Grupo Zeta ponen de relieve el valor del esfuerzo por garantizar la existencia de una prensa libre.