WEwl Gobierno ha presentado unos presupuestos casi inevitables en plena crisis (el Producto Interior Bruto caerá este año un 3,6%, y un 0,3% en el 2010) y de aumento del déficit público, que este año llegará, según Bruselas, al 8,6% del Producto Interior Bruto. Esto es algo que en tiempos normales sería horrible, pero que es correcto en plena recesión (bajan los ingresos que recibe el Estado y sube el gasto para hacer frente al desempleo). El déficit español, algo mayor que la media de la Unión Europea (5,3%), será similar al norteamericano y al inglés. Y nuestra deuda pública lo permite. Es el 50% del PIB, 27 puntos menos que la media de la UE.

La prioridad es mantener el gasto público para paliar la crisis social y aguantar la economía. Pero tampoco se puede dejar que el déficit se dispare, porque dificultaría la indispensable financiación exterior de la economía. Así, el Gobierno baja el gasto un 3,9%, superando el techo presupuestario aprobado. Es correcto si se cumple y se mantiene el gasto en investigación e inversión, que son dos de los factores que resultan claves para que se pueda mejorar el modelo productivo del país.

Y se intenta evitar el descontrol del déficit con un retoque fiscal, inferior al que sus anuncios contradictorios hacían temer. Subir el impuesto sobre el ahorro del 18% al 19% (al 21% para las rentas altas) no es la gran solución, pero es equitativo y aporta 800 millones de euros a las arcas del Estado, casi el 0,1% del Producto Interior Bruto. Aceptable. Eliminar los 400 euros es subir el IRPF, pero es inevitable y difícil de atacar por una oposición que los anatemizó.

Y subir el IVA del 16% al 18% y de 7% al 8% (el reducido), sin tocar el de los bienes de primera necesidad, es asumible porque nuestro IVA es inferior al de otros países. Tiene el inconveniente de que penaliza el consumo que realizan las familias, que debe animarse (en el año 2010 se prevé que pueda caer hasta un 0,4% después del 4% de este año). Lo que sí es correcto es retrasarlo hasta el mes de julio, porque puede reactivar las compras en la primera mitad del año.

En total, ingresos extras de 6.500 millones de euros, un 0,65% del Producto Interior Bruto. Nada irracional. Mejor imagen tiene bajar del 25% al 20% el impuesto de sociedades para las pequeñas y las medianas empresas que no destruyan empleo y que consigan mantenerlo en tiempos de crisis. Pero limitarlo a las que tengan menos de 25 trabajadores suena a tonto.

Son, pues, unos presupuestos que se pueden calificar de razonables, aunque la información es propagandística. Afirmar que el déficit quedará en el 5,4% del Producto Interior Bruto es tan voluntarista que parece un engaño. Lástima, porque el Gobierno debe ser creíble para generar confianza. Y el déficit que prevé Bruselas para España es casi el doble (9,8%).