Dice Vara que la democratización de los partidos, tarde o temprano, llegará a todas las formaciones y la pelea interna que vive ahora mismo el PSOE en cada una de sus categorías (nacional, regional, provincial y local), se repetirá en todos lados, sean partidos de izquierdas, de derechas o de centro. En resumidas cuentas, que las primarias han venido para quedarse y que las militancias están cansadas de congresos a la búlgara; quieren debatir y decidir sobre sus dirigentes. Lo dijo en la tribuna de la Asamblea de Extremadura hace una semana, cuando el PP y también Podemos y Ciudadanos le reprochaban su dedicación a las cuestiones internas del PSOE en menoscabo de Extremadura.

No sé si este invento del maligno, como le llaman algunos militantes socialistas, llegará a otras formaciones, pero mientras tanto bien que le está haciendo daño al PSOE en exclusiva. No ha acabado aún la campaña de primarias regionales y ya hay un candidato alternativo a las provinciales en Badajoz. No digo más. Se trata de Ramón Díaz Farias, alcalde de Villanueva del Fresno, que le quiere jugar la partida al secretario provincial actual, Rafael Lemus. Y tendrán que venir las locales en las principales ciudades. Con ello, el desgaste que vive el PSOE es importante por mucho que se disimule cara a la galería.

Los cimientos del partido se han basado siempre en su enorme estructura territorial, pero también en un fuerte liderazgo revalorizado en las urnas. En la actualidad, su líder, quien gobierna y en teoría quien tendría todas las papeletas para ser en otro momento firme candidato a las próximas elecciones, está cuestionado por, al menos, dos bandos alternativos. Y eso conlleva que el aspirante, en este caso el PP por ser el partido de mayor representación parlamentaria tras el PSOE, se refuerce.

Con ello no estoy criticando las primarias ni diciendo que habría que acabar con ellas. Pero es cierto que Monago y su gente están encantados con los contrincantes que, de repente, le han salido a Vara, en teoría el principal valedor que tiene ahora mismo el PSOE extremeño por ser quien los mandó a ellos a la oposición cuando cuatro años antes le habían ganado las elecciones.

Las primarias enriquecen la democracia interna de los partidos. De eso no hay duda. Pero estarán conmigo que no deja de ser tirarse piedras en su propio tejado en aquellos territorios donde se gobierna. Vara no se enfrenta a un mero trámite, es que si no hace campaña, si no se mueve, cabe la posibilidad de que pierda o no gane por amplia mayoría y se halle cuestionado teniendo que acudir a una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.

Desde su entorno no se duda que vaya a salir victorioso. Se trata del candidato más valorado y las alternativas al ser dos dividen el voto crítico. Pero que va a tener que sudar la camiseta de aquí al domingo que viene cuando se vote en todas las agrupaciones de la región es seguro. Estamos en un tiempo de fuerte contestación interna, de ruptura de moldes tradicionales y de indisciplina a los cánones que emanan de lo que se considera el aparato del partido. Y eso hace mella en la dirección, obligada a tener que hacer frente a que parte de la militancia busca acabar con el ‘status quo’, sin mirar que al final los partidos no dejan de ser máquinas de ganar elecciones, instrumentos para alcanzar el poder y llevar adelante un programa político.

Si Vara gana saldrá revalorizado. Con eso se cuenta. Pero el desgaste que lleva aparejado ahora mismo hace contrapeso a este objetivo, y siempre se corre el riesgo de que ocurra una sorpresa como con Pedro Sánchez y Susana Díaz, lo cual no deja de ser jugar a la ruleta rusa con un porrón de votos secretos depositados en las urnas.

Tiempo habrá que saber si ha merecido la pena este viaje con tres alforjas. Porque, además, lo difícil después será coser heridas y firmar la paz integrando a todas las familias. Al fin y al cabo, este proceso no sólo se hace para elegir a un líder, sino todo su séquito y hay muchos puestos que cubrir por personas de distinto pelaje que, de algún modo, ahora también se están jugando su futuro político al ser obligadas a posicionarse en uno u otro bando. Lo que pase dependerá de quién gane, pero también del margen de votos que le saque al resto.