Dramaturgo

Para mi desgracia y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, está cumpliéndose un pronóstico fatídico, una premonición que efectué en este Periódico, en el Anuario del 2002, el día 31 de diciembre, y que terminaba así al final de una columna que yo firmaba y que se titulaba: "La imagen callada": "Se cierra 2002 y se abre 2003, el año de Irak, de un nuevo argumento para que truene el cañón, de la gran sorpresa nacional. Será allá por marzo. Ya verán, ya."

Este último mes de diciembre ha sido para mí un mes de pronósticos. Al juego de la lotería adivinada en sus cifras 3 y 8, siguió este comentario movido por una suma de detalles que se iba incrementando conforme se consumían las horas de la diplomacia. No intento emular a Aramís Fuster, pero creo que algo extraño pasó por mi cabeza y el resultado que pueden consultar en las hemerotecas, es el que escribo. Para mi desgracia y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, mi afición por las adivinanzas no se va a ver frustrada.

Lo de la gran sorpresa nacional, ¿quién lo diría?, se ha producido en las islas Azores, ¡España junto a Inglaterra y EEUU, protagonista de un nuevo orden mundial que se salta la ONU a la torera (por eso debe estar España en la pomada, por los toros) y a base de pepinazos impondrá las reglas de juego de Bush! ¡ya somos una potencia! ¿Se imaginan algo así antes de comer las uvas de Año Nuevo? Lo del mes de marzo ha sido pura puntería, un acierto. ¿Qué más da marzo o abril? ¿Qué mas dan las tonterías que un alucinado como yo pueda escribir? ¿Qué mas dan los Rappel o los Aramís cuando lo que está en peligro es la vida de inocentes? ¡Maldito acierto que nunca debería cumplirse!