La Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta de Extremadura se propone prohibir los circos que utilicen animales en sus espectáculos en territorio extremeño. Tal y como señala nuestra información de hoy (páginas 28 y 29), hay municipios extremeños que ya han tomado la iniciativa por su cuenta a través de ordenanzas como son Mérida, Guareña, Villanueva de la Vera, Castuera y en breve Villanueva de la Serena, pero ahora desde la Administración regional quieren que la medida se aplique a toda la región, lo que abre un debate en profundidad. No en vano, hay dos posturas claramente enfrentadas: por un lado, lo que señalan que los animales (elefantes o grandes felinos) son castigados a diario para que aprendan el espectáculo y para ello se emplean látigos, barras de metal con puntas de gancho o descargas eléctricas. Y por otro, los que defienden que el maltrato forma parte del pasado y que, si hay casos, son excepcionales, añadiendo que sin estas exhibiciones la rentabilidad del negocio está en peligro, lo que podría suponer su desaparición teniendo en cuenta que en España hay unos treinta circos que emplean a unas 2.500 personas.

Este último sector ha pedido incluso al Ministerio de Cultura no solo que apoye el circo tal y como está concebido en la actualidad, sino que las blinde con una ley nacional, al igual que se ha hecho con los toros. Son las dos posturas opuestas frente a la existencia o no de espectáculos con animales en los circos, un debate que en varias regiones está actualmente sobre la mesa.

Esta normativa deberá ir al Parlamento extremeño y allí buscar el PSOE el consenso necesario para sacarlo adelante, aunque a priori no debe tener problemas dado el equilibrio de fuerzas representadas en la region. Sin embargo, es cierto que la cuestión requiere de un debate en profundidad por cuanto que se va a alterar un sector que, en efecto, tradicionalmente ha generado empleo y actividad económica.

Los tiempos han cambiado y la tolerancia al maltrato animal ha desaparecido afortunadamente de nuestra sociedad. Sin embargo la convivencia con las tradiciones permite determinadas ‘excepciones’. Habrá que ser cauto y huir de demagogias o populismos antes que alterar lo que son las costumbres. Un debate serio, con participación incluso de todos los implicados, puede llevar aparejado un texto acorde y aceptado por todas las partes.