Maestro

Está insolente la primavera. Choca esta insistencia de la naturaleza por mostrarse pletórica y llena de vida cuando a nuestro alrededor la muerte persiste. Aunque esta primavera también parece apuntar un vestigio de esperanza para quienes padecemos otras enfermedades crónicas ajenas a patologías como el odio, el afán de poder o de riqueza, entre otras. Me refiero a la clonación de células madre que se ha realizado en Corea. Todas las alarmas se han disparado, intentando demonizar la importancia que este avance científico puede suponer en la lucha contra la diabetes y el parkinson entre otras dolencias. El alcance del trabajo de estos científicos, que augura una mejor vida y no muerte, está por ver, aunque nos tememos que la carrera iniciada no estará exenta de obstáculos y los de la econosuya dictaminarán lo que se puede y lo que no se puede hacer, aromados de su inseparable incienso. Si echamos la vista atrás, otros avances científicos, de importancia indiscutible, sufrieron la incomprensión de la cerrazón mental y sus descubridores pagaron con su vida el posibilitar la salvación de otras muchas. El descubrimiento es importante y no deben ser las creencias religiosas freno al progreso, pues el hombre fue creado, dicen, a imagen y semejanza del creador, por lo que entra dentro de lo lógico que el hombre pueda llegar a ser creador y respecto a la tan temida clonación, también dicen los mismos que a partir de una costilla del hombre fue creada la mujer. Otra cosa sería que fuera utilizado para crear réplicas de personajes indeseables. Los nombres pueden ponerlos ustedes.