La muerte de Rayan, el bebé hijo de Dalila, la primera víctima de la gripe A en España, ha producido una onda expansiva que --a pesar de que los indicios de lo ocurrido apuntan a que el fallo puede deberse a un error individual de los que a veces, lamentablemente, se producen (la confusión de una enfermera al introducir por una vía venosa un compueste de leche)-- no dejan a salvo responsabilidades en ámbitos superiores.

Los sindicatos han aprovechado el caso para denunciar la situación caótica de la sanidad en la Comunidad de Madrid, a cuya presidenta, Esperanza Aguirre, se le atribuyen irrefrenables tendencias privatizadoras. Los trabajadores llevan mucho tiempo pidiendo una mayor especialización en enfermería, lo que viene al caso porque la enfermera implicada llevaba solo un día en la unidad de cuidados intensivos de neonatología. Un decreto del 2004 fija siete especialidades, pero, cinco años después, aún no ha sido desarrollado. Con menos de dos años de experiencia, la enfermera responsable del error había trabajado en cuidados intensivos, pero no de recién nacidos. Estas circunstancias no explican el fallo, quizá demasiado grave para que dependa de una especialidad o de otra. Sin embargo, la investigación abierta por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid debe llegar hasta el final en las responsabilidades, tanto si son individuales como si son colectivas.