Puede parecer que la bajada de 0,75 puntos del precio del dinero por parte del Banco Central Europeo (BCE) del pasado jueves es una medida atrevida, dado que nunca antes la institución había realizado una reducción tan drástica, que ha dejado el tipo de referencia al 2,5%. Sin embargo, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, no ha abandonado su tradicional conservadurismo, como demuestra la reacción a la baja de las Bolsas y el que los bancos centrales de Inglaterra y Suecia --fuera del territorio del euro-- aprobaran recortes de 1 y 1,75 puntos, respectivamente. Tal vez lo que ha pretendido Trichet es guardarse algo de margen para próximas rebajas de tipos en el caso más que probable de que la inflación siga anclada en torno al 2% y la eurozona siga en recesión.

Lo deseable ahora es que las entidades financieras trasladen pronto a los préstamos a sus clientes esa reducción del precio del dinero. Los expertos detectan desde hace meses que las bajadas de tipos tardan en reflejarse en el euríbor, que es el precio del dinero que se prestan los bancos entre sí. Eso se debe a que la desconfianza instalada en la sociedad por la crisis financiera tensa el mercado.

No obstante, lo previsible es que el euríbor siga por la pendiente bajista en los próximos meses (ahora está en el 3,70%). Los principales beneficiados de ello serán quienes pagan hipotecas referenciadas a ese índice y las empresas ansiosas de obtener financiación más barata para seguir su actividad. En conjunto, la bajada de tipos viene muy bien a la economía española, dos de cuyos grandes problemas son el endeudamiento de las familias y la falta de crédito a las pymes.