WMwanuel Fraga no sólo ha ganado sus quintas elecciones autonómicas gallegas --lo que todo el mundo, encuestas incluidas, daba por descontado--, sino que quedó a un escaño de revalidar por quinta vez consecutiva la mayoría absoluta. Y está en el aire --en contra de las predicciones demoscópicas previas, y hasta de los sondeos a pie de urna-- la posibilidad de que el líder de los populares gallegos llegue a obtenerla y siga gobernando. Pero el signo definitivo de un escaño no se dilucidará más que con el voluminoso voto de la emigración gallega, que no se escrutará hasta el próximo domingo.

EL INCOMBUSTIBLE.

La sociedad gallega ha demostrado que se resiste a jubilar a un anciano de 82 años que la viene gobernado a su albedrío desde hace 16 por mayoría absoluta. Y eso es algo que se debe atribuir a dos cosas. Una, la implacable hegemonía del PP en este feudo suyo, a pesar de las divisiones internas que vive allí, precisamente por sus complicados repartos de poderes e influencias.

Otra, el predicamento que tiene entre sus paisanos un gobernante singular que no tiene que rendir cuentas a su propio partido y que ha sabido especializarse en no pagar nunca un precio electoral por los errores de gestión, incluso cuando son tan evidentes como los de la catástrofe del petrolero Prestige.

LA ALTERNATIVA DE PSOE Y BNG.

La amplitud de la participación electoral hace evidente que los socialistas de Emilio Pérez Touriño y los nacionalistas de Anxo Quintana han ganado, juntos, en voto, a la derecha, pero sin el margen claro de mayoría absoluta que esperaban. El PSG ha recuperado con claridad la condición de segunda fuerza gallega y ha ganado votos y escaños, restándoselos al PP. Pero el BNG ha retrocedido, sobre todo escaños. Aún así, juntos disponen provisionalmente de la mayoría absoluta por un escaño. Si la preservan el próximo domingo después de que se recuente el voto de la emigración, podrán materializar el cambio que tanto desean muchos gallegos.

REPERCUSION ESPAÑOLA.

De quien acabe gobernando Galicia dependerá el éxito o el fracaso del PP estatal. Y eso pesará en la política española. En primer lugar, porque no hay elecciones a la vista a corto plazo y entramos en un compás de espera. En segundo lugar porque si cae Fraga tanto el PP como Rajoy deberán asumir que su forma actual de hacer oposición no les es rentable. El avance socialista en el feudo popular de Galicia es un espaldarazo a la política de diálogo y de planteamiento de una España más moderna y descentralizada que promueve Rodríguez Zapatero.