TPtroliferan revistas dedicadas a festejos varios y que se editan cuando llegan ferias, carnavales o semanas santas. Son casi catálogos de publicidad local que entre anuncios de bares y zapaterías, insertan colaboraciones fruto del intelecto cercano. Muchas tienen que ver con los festejos. Artículos que hablan de turrones y belenes, costaleros y nazarenos, o máscaras carnavaleras que hacen o hicieron historia. También son tribuna para muchos que no la tienen y aprovechan esas publicaciones para poner a parir a algún enemigo público o privado. Pero lo que más me interesa de ellas son los artículos desenfocados . Los llamo así porque ni tienen que ver con el tema que ocasione la edición, ni se ajustan a la extensión que se supone, piden los editores. En una de Navidad aparecía un artículo sobre hospitales desaparecidos que se extendía unos diez o doce páginas. En otra de Carnaval un aspirante a literato hacía una autobiografía que dejaba a la de Matusalén en bragas. En otra de Semana Santa hablaba un erudito de las fortalezas a punto de sucumbir que rodean la ciudad. Incluso hubo en una dedicada a las Ferias y Fiestas, una diatriba contra alguien que había escrito un soneto corto (según el sonetista) y tenía la intención de trasladar a sonetos la historia de dos ancianas que vivían en la miseria y un fotógrafo que retrató a los fusilados en la Guerra Civil.

Tienen interés estas revistas porque reflejan un estado de ansiedad literario que pocos pueden imaginar entre la bonanza urbana. Vierten como quien no quiere la cosa, y menos en fiestas, un conjunto de opiniones que, bien por timidez o falta de auditorio, difícilmente suben de la saliva al papel.

*Dramaturgo y directordel Consorcio López de Ayala