Las nuevas tendencias productivas nos auguran que, en los próximos diez años, el 50% de los puestos de trabajo serán sustituidos por robots y que este es un proceso imparable. Pues bien, como trabajador y ciudadano exijo que cada uno de estos androides coticen a la Seguridad Social, suscriban planes de jubilación y paguen su IRPF como el trabajador al que relevan. Así, los beneficios no se quedarán en manos del empresario, sino que revertirán en toda la sociedad. Si dejamos que el hombre sea sustituido por las máquinas sin contraprestación socioeconómica, estaremos condenando a la miseria a las próximas generaciones y dejando a la humanidad en manos de esas 1.000 familias que controlan el 90% de la riqueza mundial. La esclavitud se abolió cuando los empresarios se dieron cuenta de que era más barato contratar a un trabajador que mantener a un esclavo y, al paso que vamos, tendremos que pagar para poder trabajar. Pero me temo que ningún gobierno se atreverá a exigir a las empresas semejantes requisitos, so pena de cerrarles las puertas giratorias o de montarles un boicot económico hasta hundirlos en la miseria.

MONSTRUO PELIGROSO

Cuidado con el fascismo

Pepe Extremadura

Cantautor. Cáceres

Aunque pueda parecer mentira, aún queda gente en Extremadura que se pregunta qué es el fascismo y según he podido comprobar, la mayoría se encoge de hombros diciendo que a ellos les da igual lo que sea. Pues a toda esa gente hay que decirles enérgicamente que de ningún modo les debería dar igual, ya que el fascismo es un monstruo peligrosísimo que siempre está al acecho y al menor descuido ataca destruyéndolo todo. Por eso con estas líneas intentaré modestamente explicar lo que para mí significa fascismo, aunque soy consciente de que al darle una importancia preponderante, puede ocurrir que llegue a convertirse en costumbre, hasta el punto de que la gente lo acepte como un mal irremediable.

Fascismo es el culto a la violencia y a la guerra; es el racismo, es el ultranacionalismo de Estado, es el desprecio. Albert Camus lo definió así: fascismo es desprecio, es la intolerancia. etc.

Los fascistas comparten incluso características psicológicas precisas, lleven la cabeza rapada o se la peinen con fijador. Pueden disfrazarse con camisas negras, con esvásticas o con ajustadas chupas de cuero, incluso pueden ignorar que son fascistas y no tener la menor idea de lo que es el fascismo, pero sin embargo tienen en común los hechos, los cuales son los que desgraciadamente les identifica.

Hace tiempo que el término fascismo engloba mucho más que las escuadras mussolinianas o las masas que aclamaban a Hitler en la Alemania de los años treinta y por eso es un error de bulto negar la amenaza de un regreso del fenómeno fascista. Independiente de las formas políticas concretas que adopte y de las referencias ideológicas que diga asumir, el fascismo es un monstruo que acecha y afila sus zarpas esperando el momento propicio de descargar el golpe.

Algún comentarista conservador ha escrito recientemente que anunciar la resurrección del fascismo es una sandez. Muchos comentaristas conservadores dijeron lo mismo en los años treinta mientras se incubaba el huevo de la serpiente. Profesores, columnistas, políticos y expertos en (politología) se dedicaron a disentir sobre el fenómeno con parsimoniosa erudición en lugar de ayudar a frenarlo y eso es exactamente lo que está pasando hoy.

Echen un vistazo a lo que está ocurriendo en Europa con los refugiados. El auge de la extrema derecha en los países nórdicos. En Francia con Le Pen y recientemente el auge del Ku, Kux, Klan en EEUU tras la victoria de Trump. Todo aquel que no vea ahí los colores del fascismo latente o explícito, es que el pobre es imbécil o daltónico de solemnidad. Por todo ello, yo rogaría que no se perdiera más tiempo en investigar si usan brillantina o tienen rapado el cráneo; si han leido el Men Kanf o son analfabetos. Reconozcamos al nazi antes de que se nos lance al cuello y nos devore, porque después será demasiado tarde.