XJxuliano el Apóstata fue el último intento desde el helenismo por impedir que la religión cristiana se convirtiera en el credo oficial de occidente. Juliano fracasó y el Estado Romano Oriental y Occidental, en plena transformación desde el siglo III, se asociaría irremediablemente a la Iglesia. Frente a helenistas, arrianos, nestoristas, filósofos, ateos y seguidores de Mitra, la Iglesia oficial (católica, protestante u ortodoxa) dominaría durante siglos la historia del hombre.

El reino absoluto de la Iglesia no se vería turbado hasta el siglo XVIII, cuando la Razón y, con posterioridad, el liberalismo político, el socialismo y el laicismo, todos hijos de la Ilustración, amenazaran el poder de los obispos y pusieran freno a la intervención de las jerarquías eclesiásticas en los resortes del Estado. El siglo XIX, en buena parte, es la historia de la limitación del poder de los generales, los reyes y los obispos.

El siglo XX conocería el auge de los movimientos progresistas dentro de la Iglesia, desde el Concilio Vaticano II de Juan XXIII hasta la Teología de la Liberación. El papado de Juan Pablo II mantuvo una lucha enconada contra teólogos del pueblo, movimientos socialistas cristianos y asociaciones de base que se atrevían a defender desde el uso del preservativo hasta los matrimonios homosexuales. La orientación de la Iglesia actual, y en parte la opinión de la jerarquía de la Iglesia española, son fruto del gobierno de Juan Pablo II y del conservadurismo en todas las materias que éste impuso. Hoy, cuando la intervención de quienes gobiernan la Iglesia se hace evidente ante distintas iniciativas del Estado por practicar el laicismo y hacer realidad el artículo constitucional 16.1 que reza: "ninguna religión tendrá carácter estatal", hoy digo, conviene realizar precisiones y aclarar algunos puntos.

Los católicos de nuestro siglo deberían tener presente a Gilbert Keith Chesterton cuando decía que "la Iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, pero no la cabeza" y muchos de los que se afanan en hablar del derecho de elección en la enseñanza o de libertad, deberían razonar que lo que piden no tiene nada que ver ni con lo uno ni con lo otro. Veámoslo:

1. El artículo 27.3 de la Constitución dice que "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Pero este artículo no establece que dicha formación deba darse en las escuelas (¿acaso la Iglesia no tiene sus propias estructuras para ofrecer esa formación y el papel del Estado sería, en todo caso, no intervenir en la misma?). Pero es que además, lo que se propone es la clase de Religión católica o, para ser más precisos, catequesis. Quienes tengan la convicción moral del ateísmo, o sean judíos, musulmanes, protestantes, evangélicos... Todos ellos quedan privados de dicho precepto constitucional.

2. La libertad de elección de centros debería separarse de la financiación por parte del Estado, y por lo tanto de todos los ciudadanos, de los centros concertados. Una familia tiene derecho a que su hijo estudie en el centro público que desee. Lo que yo no puedo admitir es que pretenda que el Estado le pague a su hijo la educación en un centro privado, pues de eso se está hablando. Cualquier familia puede acudir a miles de colegios públicos y recibir una enseñanza ejemplar... pero si quiere una enseñanza privada, selectiva y preferente, ¡que la pague!

Más del 20% del presupuesto de educación de la Junta de Extremadura se destina a la financiación de los centros concertados, que no son públicos ni privados, que contratan a sus profesores según les place, que seleccionan a sus alumnos según sus criterios y que dan sus materias según sus convicciones... pero que le piden a la autonomía o al Estado que los recursos monetarios los pongamos entre todos.

La Iglesia española está sobrefinanciada en este país. Como sólo un 33% de los españoles en la Declaración de la Renta entrega dinero a la Iglesia, el Estado debe aportar el resto de los fondos para mantener el sueldo de sus obispos y sacerdotes. No parece bastar con ello, y eso tal vez haya llevado a la Conferencia Episcopal a invertir en bolsa... en empresas y corporaciones de todo tipo, hasta en Gescartera... La usura, condenada en la Edad Media, ya no es tan pecaminosa.

De Roma a Gescartera, la historia de la Iglesia, como la historia de cualquier comunidad, está llena de sombras y de luces. Cierto que la Iglesia actual no considera perniciosa ni la democracia ni las libertades, pero no olvidemos que durante 40 años rigió como ideología y, desde los resortes del poder, los destinos de este país. La Iglesia es una, pero la opinión de la Conferencia Episcopal está lejos de representar el 100% de la opinión de los católicos españoles y son muchas las organizaciones de base que rechazan las posturas intransigentes de los prelados. Al César lo que es del César, dice la Biblia que dijo Jesús. Un Estado aconfesional tiene el derecho a legislar para todos sus ciudadanos, al margen de las legítimas convicciones religiosas de cada uno de ellos. Mi Reino no es de este mundo... fue la respuesta del reo Jesús ante Pilato . Y es que doctores tiene la Iglesia.

*Coordinador General de Izquierda Unida de Extremadura