THtan salido publicados estos días los chanchullos de altos funcionarios de la ONU que aceptaron sobornos, como el exdirector del programa humanitario Petróleo por Alimentos, el chipriota Benon Sevan. Costaba creer que la organización internacional se pudiera mantener virgen de la lacra de la corrupción, cuando el sucio comercio del tráfico de favores empapa todas las esferas administrativas de la mayoría de países miembros.

No faltan los catastrofistas que aprovechan estas irregularidades para entonar cantos mortuorios para la organización. El columnista quiere levantar el ánimo de los que esperan que después del mangoneo vendrá la regeneración y presenta como ejemplo de acierto en la elección de Ronaldhino como persona que ha de representar a la ONU en el empeño de la lucha contra el hambre. Le han nombrado embajador de los esfuerzos de la organización para hacer llegar alimentos a los que carecen de ellos, de los que 25.000 mueren todos los días, 18.000 de los cuales son menores de edad.

Su sonrisa contagiosa entre los que más la necesitan no sustituirá a las proteínas. Pero es la imagen de la esperanza. Sonríe como nadie, pero además marca goles. Es la encarnación de lo práctico, pero con alegría, que también ayuda a vivir. Sufrió hambre en la infancia y el fútbol le permitió superarla. Ahora quiere sacar provecho de su popularidad en beneficio de otros chicos como el muchacho necesitado que fue en un barrio pobre de Porto Alegre. Si entre sus tareas está la de recabar ayudas, el éxito está asegurado. Nadie puede ser tan animal para negarle algo al hombre que vino al mundo para repartir simpatía dónde otros ponen cara ceñuda. Con la elección de personas como Ronaldinho, no está todo perdido en la ONU.

*Periodista