Resulta que, hasta el mes de octubre, el Gobierno ha conseguido reducir el déficit del Estado en un 47,3%, que nuestra deuda es bastante inferior a la de países como Italia, Francia o Alemania, que ninguno de nuestros bancos ha necesitado rescate alguno y que varios de los mismos obtuvieron la máxima calificación en los test de estrés. El FMI ha alabado las medidas adoptadas por el Gobierno contra la crisis y afirmado, como lo hizo en su día con la comparación España-Grecia, que la situación de nuestro país y la irlandesa son claramente diferentes. Ninguno de estos datos importa. Los rumores mandan, los titulares venden, los mercados entran en panic mode , la racionalidad no existe. Nuestro futuro como sociedad, nuestros derechos y nuestro sistema de bienestar ya no están en manos de los gobiernos sino de los especuladores. Aprovechando esta especie de caos, que los políticos se empeñan en solucionar a base de rescates sufragados con nuestro dinero en lugar de regular los mercados para que estos terroristas de la economía no puedan atacar la estabilidad financiera del país de turno, hay quien se permite el lujo de alimentar la mentira para sacar sus propios réditos, los electorales, sin calibrar siquiera el daño que sus palabras nos hacen a todos. Porque poner en duda la credibilidad de nuestras cuentas públicas o compararnos con países que han necesitado un rescate financiero solo para desgastar a un gobierno dice mucho de quien sostiene a diario este discurso de la desconfianza y el miedo. Los aspirantes a gobernarnos se han convertido en auténticos pirómanos dispuestos a prender fuego al solar para, una vez alcanzada la meta del poder, desempeñar el papel de bomberos apagando las llamas con lo que sea, como si les hubiésemos dado un cheque en blanco para salvar a la patria , nos cueste lo que nos cueste. A mí, personalmente, esta gente me produce pánico.

Alberto Ríos Mosteiro **

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