En esto de la política está claro que lo pertinente es lo esperado. Por eso, cuando alguien da un puñetazo encima del tablero de juego y saltan las fichas, lo primero es criticarle y después pararse a pensar. Además, en esta región, habiendo perdido las elecciones el PP en mayo, pareciera que todavía algún político que otro anduviera rindiéndole cuentas sin darse cuenta de que ya son otros los que están en el gobierno. Despejadas las fobias, lo vivido esta semana en el Parlamento extremeño, con el apoyo del PP y Ciudadanos a la enmienda a la totalidad de Podemos, lo que se traduce en una devolución de los Presupuestos, no deja de ser un asunto de trascendencia que requiere de un punto de sosiego y análisis.

Lo primero que habrá que decir es que el Gobierno ha pecado de confiado o, si me apuran, de altanero, llevando una ley a la Asamblea sin pactar de antemano y en la seguridad de que los grupos de la oposición con capacidad de tumbarla, PP y Podemos en este caso, no se iban a poner de acuerdo por lo antagónico de sus posicionamientos ideológicos. Es disculpable intuir que la oposición difícilmente se iba a entender, pero igualmente criticable que la capacidad de diálogo del PSOE ha brillado por su ausencia.

El Ejecutivo ha basado su estrategia en que el ministro Montoro , del PP, habiendo puesto negro sobre blanco en las cuentas públicas, no iba a ser discutido por Monago y su gente. Encima, con el respaldo de los agentes sociales, tratando de encontrar en la calle la mayoría de la que no goza en el Parlamento, era un plus de confianza contra el que los grupos de la oposición tenían difícil posicionarse negativamente. Para más inri, el PSOE había puesto contra las cuerdas a Podemos: ¿O estas cuentas donde se amplían las partidas sociales o la prórroga de los de Monago? A ver quién se sale con la suya en plena campaña por las Generales donde la formación morada se juega el ser o no ser.

Sin embargo, nadie contaba con Monago. Menos Monago. El líder del PP ha preferido afear las cuentas de Vara y que se tumben resaltando que no es capaz de alcanzar acuerdos, a riesgo de todo lo demás. Ha considerado que es mejor cargarse su estrategia del 'tripartito', esa que decía por activa y por pasiva que existía un pacto PSOE-Podemos-Ciudadanos y que dejaba al PP como única oposición, si prevalece que la oposición en pleno le ha tumbado las cuentas al Gobierno. Sin embargo, la victoria es mínima y temporal. Primero porque hay elecciones a la vuelta de la esquina y el PSOE le va a acusar de resucitar la pinza de unión de la derecha con la izquierda más radical en contra de los socialistas; y segundo porque pasado el 20-D el gobierno lo que va a buscar es un acercamiento mayor a Podemos por mucho que el PP y también Ciudadanos ahora digan que siguen tendiendo la mano.

LA FORMACION morada sabe que tendrá que aguantar su casamiento a la fuerza con el PP, pero pasados los comicios es consciente de que el Gobierno llamará a su puerta, colocándole una vez más en una posición preferente. Mientras tanto, la campaña electoral lo invadirá todo y acentuará el cruce de acusaciones que ya ha dado comienzo: El PP diciendo que Vara, al contrario que Monago, no sabe gobernar en minoría; y el PSOE señalando que Monago va a impedir hacer un montón de cosas con la prórroga presupuestaria durante, al menos, tres meses.

Mientras, Podemos y Ciudadanos a la chita callando a ver si salta la liebre y le 'roban' un diputado en Extremadura a alguno de los dos pues actualmente se reparten a partes iguales los 10 escaños con que cuenta la región en el Congreso. Ya se sabe que cuando dos grandes se pelean en política, siempre hay un tercero más pequeño, o en este caso un cuarto, que andan a ver si les quitan la cartera.