TStilban balas, cada vez más cerca, y se van produciendo las primeras bajas. El mundo sigue, aunque Stephen Hawking avisa de que deberíamos ir buscando algún lugar más habitable fuera. Hemos vivido el verano más caluroso desde que se recogen datos, y el otoño embiste con llamaradas de hojas secas. En Marte han encontrado agua. Aquí no llueve. Los informativos desmenuzan las elecciones catalanas, y septiembre se llena de semanas cargadas de lunes. Qué pereza. Cuando la gente empieza a hablar de banderas dan ganas de que se acelere el deshielo y se borren de una vez las fronteras. Trueba dice que no se ha sentido nunca español. Yo me conformo con sentirme bien, pero no dejan de silbar las balas, cada vez más cerca. A todos los de las frases lapidarias les vendría bien volver al colegio. Pedir las cosas por favor, no molestar al compañero, guardar el turno en la fila. Aprender a colorear, a levantar la mano y contar qué se ha desayunado en la asamblea. La felicidad depende de cosas muy pequeñas. De que tu hijo no se haga pis en el cole. De escuchar la cisterna del cuarto de baño a las tres de la mañana y saber que los exploradores adolescentes han vuelto de la selva. De que tu padre te hable o tu madre te sonría desde una nebulosa lejana y perdida donde no sabemos si hay agua. Tampoco importa. No pienso mudarme a Marte. En tiempos de guerra no se debe hacer mudanzas. Se van produciendo las primeras bajas. Silban las balas y yo pienso esperar la mía como Mujica , como Horacio , mucho más antiguo. Esto es un aquí y ahora, un instante abrasador. Tenemos la eternidad para no ser y solo un minuto para ser. Déjense de tonterías.