Escritor

Las vacaciones producen un síndrome post vacacional. Miras todo con odio. No comprendes cómo Rajoy puede llegar a ser un pobre presidente del gobierno. Cuando vas al cajero, llegas a estar belicoso tras el recibo, con ganas de tomarte la justicia por tu mano sobre no sabes qué. Te preguntas por qué cambiaste de coche si el viejo estaba todavía con las ruedas recién cambiadas. En fin, te molesta todo. Si has estado todo el mes, el síndrome es peligroso. No entiendes qué fue lo que te obligó a casarte. Llegas a pensar si Elena te quiere de verdad o te miente descaradamente. Recuerdas antes de marcharte que tenías también otro síndrome. El síndrome de las pre vacaciones. Por fin llegaba el día y abandonabas el trabajo. Estabas también muy agotado. Muy cabreado. Mirabas a Elena con ganas de cambiarla. Ella también te miraba con ganas de cambiarte a ti. ¿O no? ¿Y si en estas vacaciones encuentro a la mujer de mis sueños? ¿Qué sueños? Elena la verdad que en la cama es como un saco de patatas. Es la mujer que recomienda Juan Pablo II. ¿Y yo, cómo soy yo? ¿Soy ese tipo magnífico que lo hace todo bien? Bueno hemos estado en una playa donde nos hemos encontrado 150 de Badajoz y 75 de Cáceres. Después está Planeta-Agostini, que ha vuelto con el síndrome de echar a Olga Viza y a 390 más. Después de lo que han trabajado todos para el gobierno, y dar esa imagen de novios eternos que dan los Aznar, que sólo ha faltado salir haciéndose carantoñas. Vuelves además y te encuentras con Rajoy, y con Arenas, que se le va poniendo los pelos blancos incluídos los del pubis. Tanto mentir trae ésto. Celdrán por el contrario no tiene síndromes. Solo hay que ver cómo lo felicitan en los entierros.

Y en esto llega doña Ana Pastor y nos recomienda cuidar el cuerpo que solo tenemos uno. ¿Cómo estará de síndromes Rodrigo Rato después de los brillantes exámenes que hizo para demostrarle a España lo que sabe? Y Barradas, cómo estará de síndromes después de la pedrá y del corte de mangas que nos ha hecho dejando de regar el campo del Nuevo Vivero. Un bien de la ciudad que el tío cierra a cal y canto y Monterde no manda a los municipales a derribar las puertas y a ti te puede mandar el IBI por la Agencia Tributaria.

¡Mierda!