Maestro

Se han disparado las alarmas. Los primeros síntomas suelen aparecer allá por diciembre. Comienzan las matanzas, en las barriadas cacereñas las migas amenazan los estómagos de los concejales, la Encamisá con sus dulces, los Escobazos , San Sebastián, con el Jarramplas y las Carantoñas , la matanza hurdana, la del Paraíso , la didáctica, las albóndigas de liebre, las alubias con perdiz, el frite de cordero, degustaciones de arroz extremeño, de ternera, los quesos, los jamones, las roscas de alfajor, las perrunillas, el aguardiente, los brazos de minoría étnica (antes de gitano), los mojes de peces, el cochifrito de Puta parió , los asados de Torrequemada, la patatera de Malpartida de Cáceres en sus carnavales, la fiesta de la tenca, los toros de Coria, la feria del queso trujillana, el festival gastronómico de nuestra diputación, el escaparuche de La Siberia, los embutidos curados con pimentón del Ambroz o La Vera, las morcillas, el secreto, las patatas escabechadas, el queso con miel, la paella de los domingos, las chuletillas de cordero en el Cuco , las castañas con anís, el potaje, las patatas con arroz y bacalao, las torrijas, las natillas, el pollo de campo (que los hay), la tortilla de patata con las empanadillas y el pitarra, o cualquiera de nuestros exquisitos caldos, las pringás y los churritos, las ensaladas hurdanas y de la Sierra de Gata, las patatas asadas en la lumbre, la visita a las bodegas de Robledillo.... En fin, ante este apretado calendario culinario unido a la fiebre de los ediles por potenciar las delicias gastronómicas de sus localidades, cual el caso de Santos Jorna y el buche con coles, es normal que el SES esté en alerta, por si los colesteroles.