Si cree que estos son tiempos duros para usted, obrero ayer cansado hoy sin curro, parado sin prestación, jubilado con exigua pensión congelada como sus huesos, estudiante de futuro incierto, joven licenciado en busca de trabajo imposible, autónomo obligado a cerrar el negocio, pequeño empresario ahogado por las deudas al que no convocan a Moncloa por su insignificancia, funcionario que desconoce lo que cobrará el mes que viene, trabajadora angustiada que no tiene con quién dejar a su madre impedida o cualquier otro españolito insomne, sepa que sus problemas deben de ser minucias si usted todavía contesta con educación, cuida de los suyos y resiste por mantener la alegría que hace soportable la vida cotidiana y conjura el pánico. La vida de los poderosos en sus tronos, esa sí que es una vida dura. Sarkozy , el pequeño extravertido, primario, falto de control, orgulloso y prepotente sufre tanto que monta en cólera y llama al ciudadano discrepante gilipollas o pedófilo. Así se desahoga el hombre. Berlusconi , estresado por las injustas críticas lo mismo cuenta chistes idiotas que telefonea furibundo a un programa de televisión, insulta a los periodistas y cuelga. No les juzguen mal pues están sometidos a tremenda tensión. Es verdad que existen en el suelo patrio poderosos que simulan una irresponsable sonrisa ante el inminente y previsible desastre. Como ZP, por más que la mayoría no entienda de qué se ríe el personaje. Ahí le tienen sin descomponer el gesto lelo buscando su sitio en la OTAN o en Bruselas. Diríase que el riesgo país no es cosa suya ni tiene que ver con sus vacilaciones, eufemismos, optimismo ingenuo, despilfarro o inacción. Los catalanes empero se ponen muy bordes bajo presión. Recuerden ustedes a Carod , ridículamente enfadado en 59 segundos con aquella pobre señora o a Puigcercós hecho un tigre con todos los andaluces. El último colérico ha sido Montilla quien ha soltado cuatro maleducadas frescas a un jubilado, un payés y un padre. Es lo malo de vivir dedicado al bien común. Que quema.