VATER Y VOMITORIO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

La sola presencia de un coche de policía hace milagros. Me explico: hasta ahora el botellón en la plaza Mayor se ha mostrado incontrolable. Cuando paso por allí los viernes y sábados para llegar a mi casa, veo a miles de jóvenes campando a sus anchas y a tres o cuatro policías apostados en las escaleras del ayuntamiento mirando. Lo entiendo, porque ante tamaña multitud poco pueden hacer los agentes. Pero al menos, un coche policial se apostaba en el arco de la Estrella. Al verlo me tranquilizaba porque lo consideraba algo así como un vigía de la Ciudad Monumental, una medida coercitiva que daba resultado porque los jóvenes al ver el coche y los agentes se cortaban y no pasaban hacia Santa María ni calles adyacentes; es decir, evitaba que el botellón se extendiera hasta el casco histórico.

Pero el sábado pasado, no sé por qué razón, el coche vigía de la historia de Cáceres no estaba en su sitio. Resultado: el caos. La indignación que sentí fue tal que se me llenaron los ojos de lágrimas: riadas de jóvenes aprovechaban la falta de vigilancia para usar la ciudad monumental como váter y vomitorio, sobre todo la calle Amargura: todas las piedras de la concatedral rezumaban orines; el palacio de Carvajal lucía defecaciones y vómitos por doquier; la calle era un río de meados, por no hablar de que Conyser no incluye esta calle entre las que se limpian cada noche. JOSE MENDEZ. Cáceres