El sector audiovisual francés ha entrado de lleno en un interesante debate sobre los límites de la televisión. Una comisión de expertos presidida por la filósofa Blandine Kriegel acaba de presentar un informe, encargado por el ministro francés de Cultura, en el que se recomienda que las cadenas de televisión no emitan películas o programas violentos o pornográficos entre las 6.20 y las 22.30 horas. Tratan con ello de frenar la influencia negativa que en los niños tienen ese tipo de contenidos. La propuesta, criticada ya desde la industria cinematográfica por constituir una eventual invitación a la censura, parece excesivamente rígida y de cierto tono mojigato.

Tal vez un sistema de avisos antes de las emisiones de películas violentas o pornográficas --como los antiguos rombos o los actuales película no recomendada a...-- sería un sistema más flexible. Para ello debería existir la vigilancia de los padres, que no pueden dejar en manos del Estado un asunto tan serio como los contenidos de los programas que sus hijos ven por televisión. Tampoco estaría de más que las cadenas, en Francia y aquí, se autorregularan e hicieran un ejercicio de responsabilidad para evitar la emisión de contenidos fuertes en horarios de mañana y tarde.