Como si la gran olla nacional de tensiones que funcionara durante tantos meses en España fuera terminando de desalojar las últimas nubes de vapor, los grandes partidos que parten el bacalao en el país se han tomado este primer semestre del año como el de hacer cuentas de lo hecho; refundarse, rearmarse, reorganizarse y elegir a sus pretorianos para doblar la esquina y dejar el lastre al otro lado. Lo de Ciudadanos el fin de semana pasado ha sido un visto y no visto, una mera confirmación del liderazgo de Albert Rivera, que suelta algunas amarras catalanas y como viajero recién desembarcado en el gran puerto madrileño que es el del poder nacional, cambia las ropas que dicen socialdemócratas, por otras liberal-progresista que como las anteriores, se le supone.

Ahora de viernes a sábado el Partido Popular entra en una teórica mayoría de edad, el 18º congreso nacional, elevado sin grandes esfuerzos ni méritos aparentes a un Olimpo electoral que sigue prometiendo grandes días de vino y rosas, incluido también el ámbito extremeño donde a pocos extrañaría que José Antonio Monago vuelva a ganar las elecciones regionales. Están tomando impulso, y para ello ha habido que librar primero unos pequeños escarceos de familias, de juegos de apoyos, que han dado con la subdelegada del Gobierno en Cáceres, Jerónima Sayagués, en el cese, segundo sonado después de su estampida de la Consejería de Sanidad del Gobex.

Estamos en una fase importante de legislatura, donde empiezan a decantarse con cierto peso los argumentos que fundamentan la opinión que acabará conformando el voto final. Un semestre que lleva al ecuador y donde se verá si las expectactivas se cumplieron o están a punto, o se puede volver sin mirar atrás a observar cómo gira la ruleta para ir aproximando la bola a esa casilla, esa papeleta, nueva o ya gastada en un anterior disparo.

Seguramente la elección en el escrutinio final es fruto de una larga maduración de meses, en los que se echan los cimientos del pensamiento personal, y solo quedan los empujoncitos finales --posibles escándalos, detalles, frases, técnicas de mercado-- que probablemente influyen menos de lo que parece aunque según las encuestas haya una porción de indecisos que realmente no lo es tanto.

En el PSOE nacional la tensión se ha rebajado. Estos días ha hecho campaña por aquí el candidato que seguramente más apoyos despierta entre los afiliados extremeños del partido, el vasco Patxi López conectado con Extremadura por vía afectiva y conyugal pero también ideológico-política; el presidente de la Junta no ha ocultado su simpatía por él, y es que congenian perfectamente en un terreno de moderación que por otra parte es origen también de sus respectivos problemas. Su asociación al mítico socialismo vasco, cuna en buena parte de lo mejor del español, es otro aval querido por militancias que se identifican con los principios originales como es sin duda la extremeña. No obstante, y pese al mar de la calma alcanzado, alguien que se ha sentado en el Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura me expresaba estos días su convicción de que la tirantez no afloja, y no augura otra cosa sino la escisión.

También se habla de escisiones postcongreso en el tercer gran bloque político, que sigue con su cierta indefinición ideológica como es Podemos, y continúa arrastrando el sambenito de que un Gobierno de progreso para España, frustrado en la primavera de 2016, fue mayormente responsabilidad suya. Participé entusiasta en la concentración -llamarlo manifestación es exagerado, éramos 98 personas contadas en Mérida, entre ellas mi hija adolescente- del 15M, pronto se cumplirán seis años de aquello, y sigue asombrando la capacidad de fuga de aquel gran capital de la que es capaz la mayor expresión política de aquella marea ciudadana que es Podemos. Un partido que, por lo que se conoce también en la región, no deja de sufrir convulsiones una tras otra con tensiones y enfrentamientos muy superiores a los conocidos de Iglesias y Errejón. En las Villuercas, en las cercanías de Mérida, entre otros lugares, círculos que obtuvieron representación política local desobedecen ya sin tapujos a la dirección regional.

* Periodista