Periodista

Estamos asistiendo últimamente, al menos a mí me lo parece, a una ceremonia o entronización de la mentira; por lo menos, a sembrar la duda. Aunque no sé exactamente si es eso o se dejan aflorar rictus autoritarios con aseveraciones, que no permiten admitir ni duda, por decreto.

Se dice, por ejemplo, "créanme ustedes si les aseguro..."; se afirma "les estoy diciendo la verdad"... Asistimos, pienso, a una situación de duda, de esquizofrenia a la que nos están llevando quienes, desde distintos ámbitos, o nos toman por tontos o son de la vieja escuela que asegura que el mucho repetir la mentira hace que ésta se "convierta" en verdad para el emisor y se la crea el receptor. La vieja fórmula de la comunicación, retorcida (la fetén es al revés exactamente) que dijera que lo verdadero no es lo que percibe el receptor, sino lo que dice el emisor. A esto añadan exabruptos múltiples, incluidos los de Silvio Berlusconi, para que vean que la corriente es internacional.

Si se solicita que se investiguen tramas o posibles tramas, especulaciones; si se intenta corregir normativas para evitar tránsfugas impensables cuando reestablecimos la democracia..., cuanto menos se mata al mensajero; la mejor defensa sigue siendo un buen ataque, el "tú más" en vez de aclarar situaciones dudosas; una especie de "cállate tú" que te saco los trapos sucios. Cuando en pura democracia lo que había que hacer es poner todos los filtros posibles para que no se produzcan los trapos sucios y facilitar, en vez de prohibir, que los jueces y fiscales investiguen. ¿Qué defensa nos queda si no? Pues nos puede quedar la sombra de la dictadura, que a mi juicio cada vez deja de ser menos sombra, y con una impunidad espantosa se pone en duda el trabajo de éste o aquel fiscal porque es tío o primo, obviando otras posturas para quienes, por ejemplo, fueron compañeros de pupitre. Aquí todo el mundo acata si es favorable y pone en duda lo que no, eso sí, "respetado siempre --dicen en tono solemne-- la independencia del poder judicial". Pero en esta vorágine del tú más, el pasado, la culpa no es mía sino de ustedes, el sostenella y no enmendalla ... y su santa madre, tienen al público estupefacto.

La cosa se empezó a demonizar en la pasada campaña electoral poniendo rabo a los rojos, sacando otra vez las dos Españas por quien debía ser presidente de todos y los acólitos mejor colocados, aseguran, para la sucesión (ya esto me suena mal, porque sin querer se me antojan años predemocráticos en los que el dictador también se ocupaba de lo mismo) como si el denostado dedo volviera por sus fueros (el Fuero de los españoles y no la Constitución, la Ley de Partidos Políticos o las normas internas de los mismos para elegir candidatos). Este tufillo, que si duda muchos como yo huelen, son una especie de lodos que ojalá no traigan barros. Súplase lo de lodos por insultos en el Parlamento Europeo por el presidente de turno, convertir el Parlamento español en un rodillo jamás previsto y socavar, en definitiva, las reglas del juego democrático, convirtiendo esto en un cortijo absolutista en el que el gobernante o los gobernantes no tienen limitación alguna. Para este viaje no hubieran hecho falta más de 25 años de alforjas democráticas o quizás algunos estén añorando tiempos pasados. Si no, uno no entiende que se haya ninguneado el rechazo de la mayoría de los españoles a la guerra de Irak, las negociaciones de la reforma de la Política Agraria Comunitaria vendida a todos y amplificada por medios de comunicación sin hacer caso a muchas asociaciones agrarias con la afirmación, sin derecho a réplica, de que "beneficia a los agricultores", que hay que creerse como dogma de fe, que lo del Prestige es culpa de tiempos pasados...

Desde el presunto pucherazo de la elección de Bush (y nuestro alarmante, para mí, alineamiento con el amigo americano) y sin contrapeso --¡ay la vieja Europa¡-- de otro signo político, además de todo lo anterior, si pías, si discrepas o tímidamente osas disentir eres rojo, socialista, terrorista, separatista o mal español. Tiempos duros.