El Gobierno ha dado un giro a su posición sobre la posibilidad del trasvase desde el embalse extremeño de Valdecañas, en el Tajo medio, al Segura, pasando por la cabecera del Guadiana: ha pasado de la negativa sin ambages cuando semanas atrás lo planteó el presidente de Murcia, a "es temprano para hablar" de si se va a hacer o no, según manifestó el pasado jueves la directora general del Agua, Marta Morén.

Entre una posición y otra del Ministerio de Medio Ambiente se ha producido la inesperada --por inusual en estos tiempos-- disposición del presidente extremeño a discutir esa posibilidad. Bienvenida sea esa ambigüedad porque, al menos, deja la puerta abierta a la colaboración y a la solidaridad entre comunidades. Eso no quiere decir que no haya que justificar hasta la última gota de agua que se trasvasa, ni que el trasvase comprometa aprovechamientos futuros en el curso natural del Tajo. Pero salvado esto --y discutido entre las comunidades, si es posible, como propone Vara, a través de una mayor participación de las comunidades en la gestión de los ríos-- no hay razón para no avanzar en esa idea, que proporcionaría riqueza a Murcia sin producir pobreza a Extremadura.