Profesorde Arte Dramático

La Paz´ es una comedia didáctica, escrita y representada durante las negociaciones entre Esparta y Atenas sobre la guerra fraticida del Peloponeso, que poco después concluyeron en la llamada paz de Nicias. La obra recoge no sólo los anhelos pacifistas de Aristófanes sino los de mayor parte de los atenienses y lacedonios. El autor griego se esfuerza en describir con mayor viveza que nunca las ventajas que la paz reportaría a todos y en exponer ante el público ateniense su ideal panhelénico de prosperidad a todos los pueblos de Grecia. Fue, pues, una obra oportuna y progresista en unos momentos de la democracia griega donde el teatro estaba comprometido con el grado de evolución de sus leyes e instituciones.

La versión de Murillo (2.424 años después) es también oportuna pero su planteamiento fantástico, tomado sólo de uno de los polos de acción más fantásticos del comediógrafo griego (la idea del viaje al Olimpo que se da en la primera parte), no contribuye a su total enriquecimiento ni es, en esencia, fiel a las intenciones y potencialidades del texto antiguo. El autor pacense consigue perfectamente que el texto clásico sea legible en el lenguaje artístico contemporáneo, actual, logrando un trabajo lleno de hálito creador bastante divertido, pero necesitado de una mayor ambición que identifique lo más profundo y válido del mensaje de fantasía y realidad de Aristófanes.

El autor griego con un vibrante canto, en el que hace en los tonos más cálidos de la poesía bucólica el elogio de La Paz , propone el cambio de los fabricantes de armas y arreos (a quienes La Paz ha arruinado) por fabricantes de hoces y tinajas (a quienes La Paz ha enriquecido). El autor extremeño se olvida de esta parte tan significativa del texto antiguo y sus relámpagos de ingenio no son demasiado valientes para alumbrar alto los caminos de una paz que parece que no puede lograrse por absorción, manipulación o desnaturalización por parte de los poderes económicos. El carácter denunciatorio que adquiere la versión es pesimista.

Pero además hay concesiones al teatro comercial en situaciones y personajes de nueva invención, que suponen un debilitamiento de la comedia. Son ejemplos: la alianza de los poderes económicos con Maxímona (esposa del protagonista Trigeo ), para frustrar La Paz solo por intereses sexuales de ésta, omitiendo a los poderes políticos de esta conspiración. El barullo ideológico de diálogos triviales que se produce es gracioso pero poco convincente si se quiere aproximar mejor la obra a los conflictos actuales. Aristófanes, sin embargo, con su ´mica salis´ no pierde ocasión de fustigar a sus contemporáneos políticos culpables de no conseguir La Paz . El aguijón más envenenado de Murillo sólo recae en la cabra Agripina (anacronismo, referido a la obra extremeña del pasado año). Y difícil de digerir es la bajada de pantalones del quijotesco Trigeo en los pasillos del Olimpo. No obstante, Murillo consigue una versión bien contada y acortada en un acto. La estructura estilística de la obra de Aristófanes es floja y monótona. En la puesta en escena, Juan Margallo se maneja con oficio, potenciando los recursos del atractivo texto que conduce con libertad, con desenfado, con ímpetu irónico. Logra escenas de muy fresca inspiración y despoja de inhibiciones a un público para hacerlo suyo. Sus puntos más débiles son el montaje de la creación musical y la coreografía de escasos vuelos. El trabajo actoral está lleno de vitalidad y entusiasmo. En conjunto casi todos hacen un meritorio y simpático trabajo. Hay que destacar el rol enérgico, con excelente voz y apostura, de Yolanda Criado (Maxímona ), que saca a relucir su raza de actriz dando réplica a un Joaquín Kremel (Trigeo ) poco ajustado a las exigencias del espacio romano y con la voz cascada en el micrófono. El espectáculo, que rezuma diversión, magia, alegría participativa, poesía y ternura y momentos de belleza, termina de forma festiva con un genial cuadro cómico de los farsantes llevando en procesión al ´caballero de la triste figura´ Trigeo abrazado a una estatua de La Paz , con saeta incluida, continuando la ceremonia con la imaginería de fuegos artificiales al ritmo de ´bises´ del coro y el efecto a punto de la entrada victoriosa del elenco con Margallo al frente montado en un burro. Es el triunfo de La Paz de Sancho Panza.