TEts bien conocido el optimismo inmarcesible de Javier Solana , el responsable de la política exterior y de defensa de la Unión Europea (UE). Pero en una Unión bloqueada, incapaz de ponerse de acuerdo para intentar salvar algún mueble de la Constitución europea en el largo año y medio que va desde el rechazo francés y holandés, hasta la cumbre de la pasada semana, el diplomático trotamundos tiene motivos para creer que el vaso está medio lleno.

Defensa y seguridad constituyen el terreno en el que la UE ha hecho mayores progresos en los últimos años . Son palabras repetidas por el propio Solana, pero la realidad las confirma. Europa llegó tarde a este terreno, pero la aprobación y puesta en práctica en el 2003 de la Estrategia Europea de Seguridad que pedía un papel mucho más activo de la Unión está dando resultado.

EN ESTOS momentos, la UE está presente en una decena de operaciones de resolución de crisis, por medios civiles o militares, repartidas por todo el mundo, desde las más antiguas en los Balcanes hasta Aceh (Indonesia), la República Democrática del Congo, Sudán, Moldavia, y las más cercanas, más complicadas y con mayores implicaciones estratégicas en Oriente Próximo, concretamente las de Líbano, Gaza, y la ofensiva diplomática en Irán.

En realidad, es en estas últimas operaciones donde la UE se juega su credibilidad y su capacidad como actor internacional, como verdadera potencia global, como contrapeso y al mismo tiempo complemento de Estados Unidos. La alternativa es ser una potencia regional, con un margen de acción tan limitado que convierte a la UE en sufragánea de una poder superior, que no es otro que el que emana de Washington

A favor de un papel más determinante de la UE está en estos momentos el bajo perfil y la falta de iniciativa de EEUU en Oriente Próximo. La derrota republicana en las elecciones legislativas de noviembre; la constatación, certificada por el informe Baker, del fracaso de la aventura imperial en Irak, y la previsible falta de grandes iniciativas por parte de la Administración de Bush antes de las elecciones presidenciales del 2008 dan a la UE un gran margen de maniobra. Pero cabe preguntarse, como hacía pocos días atrás en Barcelona Sven Biscop , investigador del Real Instituto de Relaciones Internacionales de Bruselas, en un seminario organizado por la Fundación Cidob y el Ministerio de Defensa, cuáles son los objetivos de la política europea en Oriente Próximo, qué tipo de estados quiere ver en la zona y si los instrumentos de que dispone son suficientes para alcanzar los objetivos.

En este sentido, Irán sería un buen ejemplo. La diplomacia europea ha sido y sigue siendo muy activa en la crisis desatada por las intenciones nucleares del régimen de los ayatolás. Ha desplegado un buen abanico de armas diplomáticas con un cierto éxito. En realidad ha puesto en práctica la diplomacia de la zanahoria, pero sin el contrapeso del palo, que parece reservado a EEUU, o a Israel en su nombre.

¿Estaría la UE dispuesta a utilizar el palo, es decir la fuerza? La respuesta es negativa, por una cuestión de principios y otra de medios. Europa actúa dentro del sistema de seguridad de Naciones Unidas y sería este organismo quien podría tomar la decisión o bien adoptar otras medidas. ¿Tiene la UE capacidad para poner de acuerdo a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad? La respuesta también es negativa.

En el conflicto entre Israel y Palestina la UE puede tener ahora un protagonismo más determinante que el papel que ha tenido históricamente que, a grandes rasgos, puede resumirse en haber sido y seguir siendo el mayor donante de ayuda a Palestina y en haber elaborada la mal llamada Hoja de ruta, encallada desde hace meses en los arrecifes de la penúltima o antepenúltima espiral de violencia.

Además de las razones citadas para un bajo perfil de EEUU, a los ojos de muchos en Israel, Washington empieza a ser visto como un obstáculo. En este sentido, la iniciativa hispano-francesa, a la que después se sumó Italia, de celebrar una conferencia de paz -iniciativa que en su contenido, aunque no en su nombre, fue respaldada la semana pasada en la cumbre de Bruselas- podría tener alguna posibilidad de llevarse acabo.

NO OBSTANTE, y pese a la actual debilidad diplomática de EEUU y a su falta de iniciativa, la pacificación de la zona no puede hacerse sin la gran potencia. Ni Europa puede actuar sola sin EEUU, ni sin una estrategia amplia que alcance además de Líbano e Irán, a Siria, Irak y Afganistán.

Reconocido el gran paso adelante dado en poco tiempo, la UE no es todavía un actor estratégico maduro, concluía Biscop. En su opinión, la falta de complementariedad con la actual política de EEUU en la zona plantea un dilema a la UE. Si no continúa su política activa, se confirmará la imagen de impotencia. Pero si actúa, pero fracasa precisamente por una falta de actividad constructiva de EEUU, el resultado será el mismo . No obstante, añadía el experto: La UE no puede permitirse no actuar y EEUU debe considerar si un fracaso va en su propio interés .

Sería lamentable que la UE tuviera que escuchar una vez más la frase pronunciada en una ocasión por Ariel Sharon con su proverbial zafiedad: Ustedes son los que pagan, no los que deciden .

*Periodista