Maragall ha vuelto hacer --como dirían sus compañeros del PSOE-- otra maragallada que ha dejado, de nuevo, al descubierto no solo la profunda debilidad que tiene el Gobierno que él mismo preside, sino su incapacidad para gestionar la Generalitat, que es lo que le toca. El nombramiento de Xavier Vendrell l, como consejero de Gobernación ha sido su último insulto a la ciudadanía y la prueba palpable de que quien manda... manda y en este caso es ERC. Si no fuera por la gravedad de este nombramiento podría entenderse como un enredo más de una comedia que empezó el día que Pascual Maragall puso su pie en una institución demasiado respetable para sus ególatras posibilidades.

Resulta que el nuevo consejero es el hombre que firmaba esas polémicas cartas a los funcionarios de la Generalitat exigiéndoles que destinaran una parte de su sueldo --entre un 4 y un 24%-- a financiar al partido fueran o no militantes o compartieran o no sus ideas. La cosa fue tan escandalosa que obligó al fiscal jefe de Cataluña a abrir un investigación por presuntos delitos de coacción, que aún está en curso. Pues bien, el flamante nuevo consejero tendrá entre sus funciones nombrar al director de la inspección laboral de la Generalitat que, curiosamente será el encargado de investigarle a él por este caso. Es decir Vendrell será juez y parte implicada, con lo que es muy fácil de imaginar el carpetazo que se le dará inmediatamente al asunto.

Pero si el nombramiento resulta esperpéntico y echa por tierra cualquier argumento de regeneración democrática, no lo son menos sus antecedentes. Vendrell sustituye en el cargo a Joan Carretero , el conseller de ERC que criticó el estatuto pactado entre el Gobierno y CiU calificando de demagogo al presidente del Gobierno, lo que puso a Maragall en un serio aprieto ante sus compañeros de partido.

El caso es que la acción ha tenido una reacción por parte de Carod Rovira quien, nuevamente, ha puesto al president contra las cuerdas obligándole a tragar con ruedas de molino. ERC se ha llevado el gato al agua y su líder ha advertido sin despeinarse "que tiene una voluntad férrea de seguir en el tripartito y plena libertad para no apoyar el Estatut".

Las cosas se han puesto tan serias que el ministro Montilla , a la sazón líder de los socialistas catalanes, no se ha cortado un pelo a la hora de admitir, en almuerzo con periodistas, que no sabe si Maragall será el candidato del PSC a la Generalitat en las próximas elecciones, lo cual es algo más que un aviso para navegantes.

Sea como fuere la remodelación del Gobierno además de estrafalaria es inoportuna, teniendo en cuenta que el referéndum del Estatut está a la vuelta de la esquina y lo lógico hubiera sido esperar a la celebración para dar un impulso final a la legislatura. Maragall pretendía sin duda mandarle al presidente del Gobierno un mensaje en el sentido de que en la Generalitat manda él y que el tripartito goza de buena salud, frente al deseo de Zapatero de colocar a CiU en primera línea. El problema es que se ha equivocado en los nombramientos, en lo tiempos y en las formas y al final le ha salido el tiro por la culata. Es decir, ¡otra maragallada!

*Periodista