Grande es la repercusión que, en los medios musicales de nuestra región y fuera de ella, está teniendo la grave situación por la que atraviesa la Orquesta de Extremadura. Y grande es la preocupación por el futuro de la misma. Al parecer, la respuesta de los responsables de Cultura de la Junta a las justas reivindicaciones de los músicos que la integran, no son las más adecuadas.

Todos sabemos que la crisis obliga a reducir gastos. Pero recortar por recortar no conduce a nada si no se hace con un acertado criterio selectivo y con una política de moderación y buen juicio, que trate de mantener vivas aquellas formaciones e instituciones que cumplen una función social importante. "Una política de recortes en la música --según el compositor Tomás Marco , exdirector general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM)--, obliga a decisiones inteligentes, creativas y que de verdad sean útiles para mejorar porque no es una paradoja pensar que se pudiera ir razonablemente bien y hasta quizás mejor".

Si es cierto, como parece, que nuestra orquesta, desde el punto de vista económico, ha sido mal gestionada, no lo es menos que, cortando de raíz los excesos del pasado y con un presupuesto equilibrado, se puede garantizar su continuidad.

XEL PLAN DEx viabilidad que han presentado los profesores de la Orquesta a la Consejería de Educación y Cultura de la Junta, y al que he tenido acceso, va en este sentido. Es obligado, justo y razonable que, por respeto a los que han hecho del arte de la música su medio de vida, se haga un estudio serio y responsable de dicho plan antes de tomar decisiones drásticas e irreversibles que pongan en peligro el futuro profesional de un colectivo que, con su moderado y respetuoso comportamiento, vienen demostrando que está a la altura de las circunstancias. No deben ser ellos las víctimas expiatorias de los excesos de otros. Sus sueldos son discretos, es fácil comprobarlo, si tenemos en cuenta su alto nivel profesional y la función educativa que desempeñan.

Quince años de estudio en los conservatorios hasta alcanzar una meta, que solo un número muy reducido de alumnos matriculados puede alcanzar, son suficientes argumentos para valorar y premiar su titánico esfuerzo. Lo sé por experiencia.

¿Es justo menospreciar tanta entrega y tanto sacrificio?

Tengo la impresión de que la consigna a seguir, desde que empezaron a surgir los problemas de la Orquesta, es la de Catón en el Senado romano, repetida en todos los rincones de Roma: Delenda est Cartago, Delenda est Orquesta , pues no de otro modo se explican ciertas posiciones, cerradas e irreductibles, de los que, por su cargo y por su alta responsabilidad, deberían ser los más interesados en conservar un bien cultural del que nuestro pueblo tanto se beneficia. La Cultura (con mayúscula), las Bellas Artes y, en este caso concreto, la Música, dan más a la sociedad de lo que de ella reciben.

El arte de la música no se reduce sólo a un fabuloso medio de diversión, de halago sensorial y psicológico: la música crea, también, un espacio de elevación, de interrelación del hombre y los grandes valores de los que nuestra sociedad está tan necesitada.

El ya fallecido físico inglés George Shaw afirmaba: "la música es una ventana abierta al conocimiento y el sonido de las notas musicales acrecienta la capacidad del cerebro para desarrollar la inteligencia".

El genial compositor Igor Stravinski en su Poética musical subraya que el fin esencial de la música es el de "promover a una comunión, a una unión del hombre con su prójimo y con el Ser".

La Orquesta, nuestra orquesta, con sus frecuentes actuaciones en los más apartados rincones de nuestra geografía, además de fomentar la sensibilidad y la educación artística de nuestros pueblo, sirve también de poderoso estímulo para las jóvenes generaciones de estudiantes, algunos con un brillante historial académico que, formados en las aulas de nuestros conservatorios, verán cercana la oportunidad de incorporarse a su plantilla, sin necesidad de buscar acomodo profesional en el extranjero o en otras regiones de España.

¡Tanto quejarse de la fuga de cerebros y, a la hora de la verdad, los ponemos sin miramientos de patitas en la calle , y en el lastimoso trance de tener que abandonar sus propia tierra para buscarse la vida en otras más receptivas y acogedoras donde, además, son valorados y recompensados en su justa dimensión.

Los extremeños tenemos el privilegio de poseer, entre otros, un monumento milenario como el Teatro Romano de Mérida. Debemos protegerlo, cuidarlo y mimarlo ya que, en su imponente y muda desnudez y en un escenario excepcional, podemos disfrutar las creaciones más brillantes del arte del teatro. ¿Por qué no proteger, cuidar y mimar, con el mismo celo e interés, ese monumento vivo y sonoro que es nuestra Orquesta, ya que ella hace posible que, en los más variados escenarios de nuestra región, pueda disfrutar nuestro pueblo de las obras más sublimes del arte de la música?

*Catedrático y exdirector del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid De la Real Academia de Extremadura de las Letra y las Artes.