Shada Hasun es una joven de 26 años que interpreta indescifrables canciones melódicas, pero sobre todo es, desde hace unos días, la persona que ha devuelto al pueblo de Irak, su pueblo, una parte infinitesimal, aunque gigantesca, de su orgullo y de su perdida, robada más bien, alegría de vivir. La chica, de padre iraquí y madre marroquí, ganó el pasado sábado la versión árabe de Operación Triunfo que organiza y emite una televisión del Líbano, y si bien ese concurso de cantantes noveles en pos del éxito y la fama se percibe en Europa como un bodrio o como un atajo intolerable que soslaya el mérito, el esfuerzo y la contumacia, en el desolado Irak ha sido como un resquicio a la esperanza que sólo la voz de Shada Hasun, su representante, podía abrir.

Todo lo demás, las ciudades en ruinas, las matanzas diarias de una guerra civil impuesta por el invasor (¡aquella foto de las Azores!), la degradación de la convivencia a causa de esa violencia precisamente, los vestigios saqueados de remotas y exquisitas civilizaciones, la destrucción de los canales del agua potable, de las estaciones eléctricas, de los puentes, de las terrazas al aire libre, de los mercados, de los museos, de las universidades, de las carreteras, la destrucción de tantos grupos familiares, de las benditas rutinas, del té entre amigos sin incidencias ni sobresaltos, de tantos talleres donde la gente trabajaba, todo lo demás no ofrece a los veintiséis millones de seres humanos que componen la población de Irak más luz que la de la noche cerrada.

Aquí eso de Operación Triunfo no pasa de ser, en el mejor de los casos, un irrelevante y quizá algo pueril entretenimiento, pero allí, donde los grandes bandidos pusieron los ojos, las bombas y las manos para recoger beneficios, la victoria de Shada Hasun ha infundido en el corazón de la gente un deleite olvidado, el de sentirse bien, siquiera por unos minutos o una horas, perteneciendo a su patria. Es poco, pero es mucho: grupos alegres, alborotados, cantando por las ruinosas calles de Bagdad, espantando en la noche la pena y el miedo.

*Periodista