TEtl defensor del pueblo es hombre de gesto hosco, ceño fruncido y palabras sabias. Siempre me pareció un acierto que el PP le nombrara a pesar de o precisamente por ser socialista, lo cual demuestra que cuando importa el bien común e impera la sensatez, se puede lograr el acuerdo. Quizá sería lo justo y necesario para conseguir la reforma de la Educación o la Justicia, incluso para lograr ahora el deseado cambio vasco. Enrique Múgica sostenía el otro día a propósito de la cadena perpetua, también llamada en eufemismo prescindible prisión permanente que no se puede legislar a golpe de acontecimiento ni cambiar las leyes para adecuarlas a lo que el pueblo pide. El clamor social no debe presionar a la Justicia. Los terribles asesinatos de las niñas Mari Luz y Marta del Castillo han propiciado un debate con descarado tufillo oportunista en que algunos parecen querer servirse del dolor de unos padres y la rabia de toda una nación para desgastar al Gobierno. ¿Cuándo nos libraremos del inmundo afán de aprovechar las desgracias? Todo vale y todos lo hacen: barcos, bombas, asesinatos, con tal de tocar y hundir al oponente, no como estímulo para estudiar alternativas y ofrecer soluciones. Los destrozados padres defienden el cambio de la Constitución si es que es necesario, que lo ignoro y piden la cadena perpetua. Muchas justicieras voces la reclaman ahora con enorme contundencia en lo que sugiere más como impúdico uso de un dolor terrible que como búsqueda de la necesaria eficacia para combatir el delito. Mi ignorancia del derecho es grande y mi reconocimiento de la tremenda desgracia más, pero no veo que la delincuencia sea menor, por ejemplo en EEUU, donde existe incluso la condena a muerte. Muchos juristas afirman que endurecer las sanciones no es el camino. Sí lo sería que la Justicia funcionara, que se ejecutaran las sentencias, todas, encarcelar a un pederasta, cerrar una taberna o cumplir la pena íntegra. Si hay que criticar, se critica, pero ya vale de utilizar el dolor de las personas por intereses políticos. Eso sí que es bastante obsceno, por cierto.