Comenzaba Álex Grijelmo su obra, La seducción de las palabras con esta frase: «Nada podrá medir el poder que oculta una palabra».

Por avatares de la vida he tenido el privilegio de leer una obra todavía no de venta al público que además de la palabra posee un valor añadido, la vida en todas sus expresiones.

Vida porque su venta ayudará a niños enfermos de cáncer. Vida porque de la realidad de sus versos todos hemos vivido alguna vez, vivimos mientras los leemos o sabemos que viviremos una vez leídos, incluso sabemos que otros los vivirán.

Vida porque la poesía que nace de la piel curtida, del camino andado y de los sueños cumplidos, también de los inacabados, incluso de los sólo soñados, cuando es valiente, de corazón e inteligente, no necesita de magos de Oz disfrazados, es el camino recorrido, la propia vida, la que se torna poesía cuando desde la madurez y la serenidad en el alma, vuelves la mirada y sabes que vivir no es una meta, son aquellas baldosas amarillas que recorriste, aquellos que te encontraste, aquellos que te acompañaron, aquellos con los que sigues de viaje.

En fin, buena suerte al libro y a su autora, el fin del mismo ya es de por sí un regalo para el alma.

Siguiendo con el poder de las palabras, pero cambiando de asunto. No siempre éstas son precisamente utilizadas con fines tan benéficos, honrosos, ni tan digestivos.

Además de la poesía hay que leer de todo, en el sofá de tu casa, en la biblioteca municipal o donde te plazca. El asunto es leer porque quieres y aprender de la palabra.

El problema es cuando lo que lees es obligatorio y en vez de aprender o disfrutar, la lectura te causa parálisis facial. Entonces sí que hay que tener cuidado con las palabras y dejar estilos narrativos, odas, himnos, sinónimos, metáforas, ingenios, países surrealistas sacados mas allá de OZ, o reyes mitológicos.

Parece ser que algún libro de texto de escuela, es decir, obligatorio, dice que Cataluña ya era estado en tiempo de los romanos, el Reino de Aragón era la corona Catalanoaragonesa o que Carlos I de España y V de Alemania era Carlos I de Castilla y de Cataluña-Aragón.

Alguien debiera plantearse cambiar la ciencia ficción por la poesía en el currículo, al menos así a Dorothy no le habrán cambiado Kansas cuando vuelva de Oz.