Los que estaban esperando en la esquina con los cuchillos afilados para asesinar a Vara tendrán que esperar. Al menos, de momento. Lejos de retirarse o esconderse, el líder de los socialistas extremeños ha decidido plantar cara descolocando a sus hipotéticos adversarios y reafirmando que su candidatura a la secretaría general del PSOE va para adelante tal y como estaba previsto antes de la guerra de las primarias.

Su desgaste político ha sido mayúsculo; su batalla en contra de Pedro Sánchez y, consecuentemente, a favor de Susana Díaz, le ha costado un montón de enteros entre sus filas y le acarreado detractores dentro de su partido. Sin embargo, no se siente cuestionado. Así lo dijo en la rueda de prensa que dio al día siguiente de saberse los datos de la derrota; que, a diferencia de otros mandatarios, ni se había planteado la retirada. Directamente no se va porque considera que los susanistas están con él, como no puede ser de otra manera, y muchos de los sanchistas le han comunicado que una guerra no tiene que ver con otra y que se puede ser de Sánchez y de Vara y no por ello odiar al contrario.

¿Verdad o estrategia? Ambas cosas.

Hay que tener en cuenta que Vara perdió las elecciones en 2011 en favor de Monago y se quedó más solo que la una con tres o cuatro incondicionales. Entre otras cosas, porque perder el bastión socialista extremeño supuso para muchos quedarse colgado de la brocha y sin escalera. Los enemigos surgidos entonces pensaron que había que pasar la travesía del desierto de la oposición para buscar a otro delfín que los devolviera al poder. Pero mira tú por dónde que, por arte de birlibirloque, ganó de nuevo las elecciones en 2015 y devolvió al PSOE al poder. Había Vara para rato, aunque su apuesta por el bando perdedor ha vuelto a cambiar otra vez las tornas y con la tormenta que vive el partido nadie sabe en qué devendrá.

La frase de Alfonso Guerra de Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros adquiere estos días una dimensión reveladora. De momento dos mujeres, Eva María Pérez y Leonor Martínez-Pereda, han anunciado sus candidaturas ‘personales’ a la secretaría general. Pero me da a mí que no van a ser las únicas, por lo que junto a Vara se pueden alcanzar hasta cuatro posibles alternativas para dirigir los designios del partido en las primarias regionales que aún no tienen fecha, pero que se sabe serán en julio,

El hecho de que Ferraz, con Pedro Sánchez a la cabeza, se vaya a mantener neutral, no apoyando, al menos a las claras, a ninguna candidatura regional, favorece la proliferación de candidatos y pone en solfa una federación extremeña que desde las elecciones autonómicas para acá se podía considerar tranquila.

¿Tiene posibilidades Vara de ganar? Hoy por hoy todas. Primero porque domina el aparato; segundo porque su candidatura es mayoritaria en Badajoz, con mayor peso específico dentro del partido; y tercero porque el voto crítico está dividido actualmente por dos (aunque puede que sea por tres), lo que favorece una mayor recolección de apoyos para el considerado oficialista. Aunque en un proceso de primarias cualquiera sabe cómo termina --que se lo digan sino a Susana Díaz--, Vara tiene a priori más opciones que el resto para alzarse vencedor.

De momento, ha jugado bien sus cartas y así lo manifiestan en privado sus críticos. No ha adoptado una actitud beligerante con los ganadores en Ferraz, sino que ha aceptado la derrota con humildad pidiendo a su vez generosidad y poniéndose a disposición del vencedor; ha optado por un reparto equitativo en las listas de los delegados que vayan al 39 congreso federal desde Extremadura en función del resultado de las primarias, con lo que reconoce que hay ‘familias’ dentro del partido que deben estar representadas; y en último lugar, ha abierto la posibilidad a que se presente en Extremadura cualquier militante que lo desee sin necesidad de recabar avales, lo que apoya la actuación de la militancia en contra del aparato y rompe el discurso dictatorial que ha defendido en otras ocasiones.

Aún así habrá guerra. Que se prepare el partido, que la batalla nacional, por dura que haya sido, solo es la antesala que lo que pueda venir.

Algunos analistas y también militantes dicen que al final el partido va a salir fortalecido y favorecido de todo esto. Tengo mis dudas, las luchas internas tan viscerales siempre dejan huella, y aunque la victoria se tenga que fraguar después fuera, las guerras civiles son las peores porque los bandos se confunden y tardan más de lo debido en perdonarse.