Siempre me ha preocupado el trato que muchos seres humanos dan a los animales. Eso de que somos una raza superior es bastante discutible. Sospecho que a su manera los animales tienen un lenguaje propio, se comunican, sufren y sienten anhelos como nosotros, sólo que de forma distinta. Las fiestas salvajes en las que se maltratan animales me parecen una vuelta a la caverna, una especie de ritual del que deberíamos separarnos dado nuestro pretendido grado de evolución.

La película El amanecer del planeta de los simios, de Matt Reeves , a pesar de ser un remake de un clásico se ha convertido en el estreno cinematográfico del verano. Me parece muy inteligente colocar a los homínidos al mismo nivel que el ser humano en la lucha por colonizar el planeta. Los estudios de la primatóloga inglesa Jane Goodall son reveladores al respecto. El vídeo de esta estudiosa al liberar a una chimpancé, Wounda , es lo suficientemente elocuente. La chimpancé se despide de ella con una gran emotividad y gestos de gratitud por darle la libertad. Hay amor en esas imágenes, muy recomendables para aquellos que maltratan animales. En España los socios del Instituto Jane Goodall se inscriben en un programa de apadrinamiento virtual llamado Chimpamigs. Me parece increíble que en el siglo XXI el ser humano vea a los animales como especies inferiores. Simplemente están a otro nivel de comunicación. Pero como en la película pueden rebelarse un día y tienen motivos para ser malos con nosotros. Refrán: A la mona que te trae el plato no le mires el rabo.